Como consecuencia del incidente se clausuró el reactor de Vandellós I, que quedó gravemente dañado.
Es el suceso nuclear más grave ocurrido en España y en toda Europa occidental.
No obstante, Francia consiguió convencer al régimen de construir una nueva central nuclear usando tecnología francesa: el reactor UNGG, que usaba uranio natural como combustible, grafito como moderador y dióxido de carbono como refrigerante.
Para conseguir transportar este excedente eléctrico se construyó la primera línea MATE, atravesando los Pirineos.
Esta tecnología del reactor estaba ya obsoleta en aquella época a nivel energético, pero como residuo producía plutonio capaz de usarse en bombas atómicas.
La avería también provocó un escape de hidrógeno que en contacto con el aire y el aceite a elevada temperatura explotó causando un incendio.
Aun así, la temperatura del reactor quedó a tres grados de producir un derramamiento radiológico.
Pocos meses después el gobierno español ordenó el cierre definitivo y el desmantelamiento de la central, posiblemente debido a la presión popular.
Después de derribar todos los edificios auxiliares se levantó un cajón para contener el reactor latente mientras la radiactividad iba decayendo.