El servicio se planificó con criterios objetivos y teniendo en cuenta los municipios en general.
El SPEI partió con 60 millones de pesetas aportados en igual proporción por la Diputación Foral, Diputaciones (excepto Barcelona) y Compañías de Seguros.
El reglamento, aprobado en 1963, no tenía en cuenta al personal municipal que ayudaba a los bomberos en casos de emergencia.
Es así como establecieron contactos periódicos para coordinarse y normalizar el material que utilizaban los bomberos.
Y las intenciones de crear un servicio mancomunado se empezaron a concretar en 1977, con la constitución de la Comisión Consultiva Regional contra Incendios.
Los informes que realizó la comisión advertían de las graves deficiencias en dotación de personal e infraestructuras debido a la baja dotación presupuestaria.
Ese mismo año se graduó la primera promoción de 50 bomberos formados en el servicio.
Tras varias reivindicaciones, los bomberos lograron que el Gobierno regulara las guardias con un decreto aprobado en 1998.
Respecto a las competencias, en 1995 entró en funcionamiento el Plan de emergencias por incendios forestales, el Infocat, dos decretos obligaban a las compañías eléctricas a limpiar de vegetación el recorrido de sus líneas en tramos forestales y las urbanizaciones a establecer medidas de protección.
Ese mismo año se dio un impulso a la creación de las Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF), subvencionadas por la Administración.
Asimismo, se establecieron siete regiones de emergencia en Cataluña.
Un sexto bombero, Josep Maria Pallàs, quedó gravemente herido.