Nikolái Berdiáyev
Con apenas catorce años leía a Hegel, Schopenhauer y Kant.Los años siguientes fueron de los más fecundos en su vida intelectual: escribió artículos y libros.Desde esta época, Berdiáyev se sentía cada vez más inclinado hacia la Ortodoxia, guardando sin embargo una reticencia tenaz con respecto a las instituciones convencionales, de manera que casi no se puede hablar de conversión.Siendo un ferviente cristiano ortodoxo no ahorró críticas a la iglesia institucional.Ya sea por su autoritarismo como por el predominio de la función del Estado sobre la libertad individual.De todas maneras, en el primer período revolucionario prosiguió dando lecciones y escribiendo.A pesar de todo, desde 1918 a 1920 Berdiáyev no fue molestado y llevó una vida activa; pronunció numerosas conferencias y fundó en Moscú una Academia libre de cultura espiritual.Hasta llegó a enseñar durante un año en la Universidad de Moscú.En verdad no eran sostenedores del pasado régimen zarista –tampoco del bolchevismo–, defendían, sencillamente, la libertad individual, el derecho al desarrollo espiritual, la ética cristiana y un pensamiento sostenido por la razón y guiado por la fe.Ya en la capital de Francia, fundó una academia, insistió en el progresivo desarrollo de su pensamiento, dio lecciones y se dedicó a escribir e intercambiar ideas con la comunidad intelectual francesa.Cuando dejó Rusia vivió tres años en Alemania y luego se instaló en París.En la cumbre de su pensamiento se halla la religión del espíritu, teísta y cristiana.En su primer período Berdiáyev escribe en ruso, en el segundo, en alemán y francés.Sus obras pasan de 25 y están traducidas a casi todos los idiomas.Al pensamiento del novelista ruso creador de “Crimen y castigo” le da categoría metafísica haciendo explícita con maestría toda la doctrina filosófica que contiene su obra.Este mundo fenoménico aprisiona al yo y a sus fuerzas espirituales en una mediocridad burguesa que le impide llegar al nivel de la persona en el que la conciencia es liberada de toda objetivación.Así, es necesario hundirse o zambullirse en la totalidad del ser para vislumbrar el sentido de la propia existencia.Enfrentarse con valentía a la tragedia del existir humano, sobrecargado de conflictos y contradicciones, es la única manera eficiente de hacer filosofía, sin ser la vida claro esa náusea de la que habla Sartre, sino un camino que trasciende la tragedia hacia el encuentro con Dios y con uno mismo.La filosofía se mueve siempre en el ámbito del hombre total.La filosofía personal debe sobreponerse a lo general para alcanzar la singularidad de la existencia auténtica.Debajo de lo objetivo se encuentra la palpitación del sujeto cognoscente.O dicho de otra manera, la libertad prepondera sobre el ser.Es a partir de esta libertad como Dios crea al hombre como ser libre.Su filosofía se rebela contra toda concepción racionalista, determinista, teleológica, que, en conjunto quiebran el reino de la libertad.Con todo esto, Berdiáyev fundamenta una verdadera filosofía de la persona que influirá sobre Mounier y el personalismo.Las preocupaciones filosóficas son sentidas y hondas, pero no logra plasmarlas en una definida metafísica.