Está bañado por el río Córcoles, que discurre entre Lezuza y El Bonillo, por el suroeste del territorio.
En primer lugar, la parte más elevada se encuentra ocupada por el recinto fortificado propiamente dicho, que cuenta al oeste con la muralla ciñendo un espacio de planta ovoide, defendido por el propio muro y torres macizas cuadrangulares.
Se ha intervenido recientemente en los lienzos septentrionales del recinto fortificado, comenzándose a restituir el alzado de la muralla, muy deteriorado en esta zona, y consolidando todos los cubos defensivos; asimismo, se ha iniciado la excavación arqueológica en el interior de esta zona, completamente colmatada debido a la realización de tareas agrícolas en tiempos modernos.
Al este del recinto fortificado se encuentra un cuerpo cuadrangular comunicado con este, constituido por los restos de la torre del homenaje, varias entradas al castillo y un patio central a un nivel inferior al del recinto anterior, con el que se comunica a través de un vano en un gran muro norte-sur que divide las dos áreas.
Únicamente conservaba una parte considerable del muro septentrional y restos muy precarios del resto, aunque ha podido documentarse la existencia de una puerta con arco de medio punto al sur y una plataforma pavimentada sobre el paso abovedado oriental.
Más al este y ya extramuros del castillo, se encuentra un edificio de planta rectangular separado de este por un pasillo paralelo a la torre del homenaje, en el que se han realizado tareas de limpieza y consolidación.
El castillo se encuentra rodeado en todo su perímetro, excepto al este, por un muro barbacana de notables dimensiones, muy arrasado, que era visible muy parcialmente en algunos puntos, pero que ha sido completamente exhumado, consolidado y restaurado en la zona nororiental, donde además se han documentado dos nuevos accesos en codo al recinto a través de esta barbacana.
Las excavaciones arqueológicas en el mismo han permitido conocer hasta el momento gran parte de la planta del edificio, que se encontraba sepultada bajo sedimentos modernos, configurándose como un gran conjunto arquitectónico con planta de tendencia rectangular y compartimentación interna en diversas naves en torno a un espacio central.
Esta fiesta siempre ha tenido un calendario fijo, celebrándose los días del 20 al 25 de septiembre.
Cabe destacar el Pórtico Literario, que tiene lugar en el primer día de las fiestas y que convoca a importantes escritores y poetas que dan a conocer sus más destacados trabajos, resultando un gran homenaje literario a Munera.
Los días grandes de estas fiestas son el sábado y domingo por la mañana, que es cuando se sueltan las vaquillas en la calle Santa Ana, excusa perfecta para enlazar una noche de fiesta con una mañana taurina.
El sábado por la noche tiene lugar un concierto en el campo de fútbol y durante toda la semana en la plaza Enrique García Solana podemos disfrutar de actuaciones teatrales, verbenas y muchos espectáculos callejeros.
Es tradicional en esta fecha ir a comer o a merendar al campo con familiares o amigos y comer la tradicional mona, que suele tener un huevo en el centro.
Se puede decir que este día marca el comienzo del carnaval en Munera porque, a partir de esta fecha, la gente empieza a disfrazarse.