Hijo de Teodoto y Rufina, Mamés nació en prisión al estar encarcelados sus padres por ser cristianos.
Poco después de su nacimiento murieron martirizados el padre y la madre,[1][2] siendo ambos elevados a los altares.
Después, lo envió al emperador Aureliano que ordenó someterle a nuevas torturas.
Cuenta la leyenda que un ángel lo liberó y le mandó refugiarse en un monte cercano a Cesarea.
Aunque sangrando, el joven Mamés pudo llegar hasta la cueva cerca del teatro, donde murió invitado al cielo por los ángeles.