Las marismas del Guadalquivir tienen una extensión aproximada de 2000 km², coincidirían con lo que era el antiguo Lacus Ligustinus.Conforman una antigua ensenada litoral colmatada por depósitos marinos y fluviales de aluvión.La marisma se caracteriza por su horizontalidad, donde se localizan zonas más deprimidas que retienen el agua durante un periodo mayor de tiempo, como los caños; además de otras zonas más elevadas, que permanecen secas casi todo el año, salvo períodos de grandes inundaciones.Otra de sus características principales es la acusada estacionalidad, propia del clima mediterráneo, en la que se suceden estaciones muy lluviosas con otras muy secas.[1] Durante los comienzos del cuaternario se formó en la zona un golfo coincidente con la actual zona de marismas y al mismo tiempo se inició el crecimiento, de una barra litoral arenosa que paulatinamente, cerró el golfo, convirtiéndolo en una albufera.Por la misma razón el cauce principal del río se ha encauzado y excavado en múltiples ocasiones.La fauna marina cuenta con especies propias de ambientes costeros limo-arenosos, como anguilas, sábalos, albures (lisas), carpas, acedías, lenguados, róbalos, pejerreyes, langostinos, y esturiones que desaparecieron del río en los años sesenta aunque existe un proyecto para su reintroducción).Cuando en el siglo XVIII se empiezan a formar las ganaderías bravas, transformándose las antiguas manadas en sistemas de crianza, las marismas del Guadalquivir se convierten en la cuna del toro de lidia en Andalucía.Hasta la década de los sesenta se explotaba económicamente la pesca del esturión.