Están compuestos por casas de planta ovalada o circular, construidos sin una organización espacial definida.Los poblados conocidos por la arqueología, como El Carambolo, son de pequeño tamaño, con cabañas circulares u ovales cuyas paredes fueron levantadas con ramas y barro.La sociedad se fue estratificando, concentrándose el poder en unas élites militares cuya evidencia arqueológica son las estelas de guerrero.[16] Ya en la Edad del Hierro, coincide con el apogeo sociocultural y construcción de murallas en algunos poblados como Tejada la Vieja.[16] En la batalla de Alalia (535 a. C.), (Córcega) los griegos fueron derrotados por una coalición formada por cartagineses y etruscos, por lo que Tartessos se quedó sin un importante aliado comercial.Una de las posibilidades es que fuera barrida por Cartago tras su victoria sobre los griegos para hacerle pagar así su alianza con estos.O por Gadir, metrópolis fenicia que podía ambicionar el control del comercio de los metales.Cortada la ruta hacia Iberia, los focenses cesan el comercio con Tartessos, que queda lentamente relegada al olvido.Este dominio púnico se mantendría en estas tierras hasta que Cartago se enfrentó a Roma por la hegemonía en el Mediterráneo occidental, en las guerras púnicas, siendo derrotada totalmente en el 146 a. C. Esto marcaría la llegada de los romanos a la península ibérica, donde encuentran una región llamada Turdetania en la que vivían posibles descendientes de los tartesios.De cualquier manera, los centros de poder político-económico se desplazaron hacia la periferia del área tartésica, concentrándose en oppida como Carmona o Cástulo, que darían lugar a los pueblos turdetanos, túrdulos, túrdulos oppidanos y conios.En su libro, Esther Rodríguez sugiere que sus investigaciones indican un cambio climático, no necesariamente catastrófico, sino más bien como una sucesión continua de inundaciones.Aunque la investigadora señala que esta hipótesis debe ser respaldada por análisis de semillas y fauna recuperadas, así como estudios geomorfológicos adicionales.Durante el Periodo Orientalizante se fundaron numerosos asentamientos para controlar la red de comunicaciones terrestres surgida, paralela a la ruta marítima que alcanzaba desde Gadir hasta los estuarios del Sado y el Tajo por Onuba (Huelva), Ossonoba (Faro), Ipses (Vila Velha, Alvor) y Lacobriga (Lagos).De forma paralela se advierte una colonización marina a partir del golfo Tartésico evidenciada por los topónimos en -uba.Las poblaciones en Ipo- se extendieron en su mayoría hacia el este del Genil, aunque también hay algunas poblaciones en Ipo- al oeste del Guadalquivir, como Iporca (Constantina, Sevilla), I(po)tuci (Aldea de Tejada, Huelva) e Ipses (Vila Velha, Algarve), que controlarían las vías de dicha colonización orientalizante.La tercera fase, principal y más característica, ya correspondería a los topónimos finalizados en -ipo todos ellos situados en la periferia de la colonización tartésica, llegando hasta Collipo (Leiría, Portugal) por la costa atlántica.Algunos yacimientos importantes que se podrían considerar tartésicos son: Cancho Roano aún constituye una incógnita.Las diferentes fuentes antiguas son a veces contradictorias entre sí y no ha sido posible hacerlas cuadrar con datos arqueológicos.[23] Las fuentes clásicas y bizantinas indican que la capital estaría situada en el cauce del Tartessos/Guadalquivir, río que hasta bien entrada la época romana desembocaba en el lago Ligustino, colmatado actualmente y convertido en las marismas del bajo Guadalquivir.Entre dichos brazos quedarían definidas varias islas, a las que se hace referencia en los escritos citados.[25][26][27] En 1938, el historiador y arqueólogo sevillano Antonio Martín de la Torre concluye su obra titulada: Tartessos (geografía histórica del SO.La metalurgia del hierro debió ser introducida por los fenicios, que la conocían gracias a sus relaciones con los hititas.Los centros metalúrgicos no solo estaban cerca de las áreas mineras, sino que aparecen repartidos por todo el territorio.Este trueque fue muy importante, ya que facilitó el intercambio de aspectos culturales y religiosos.En Tartessos se fabricaron abundantes objetos de metal que, por un lado, tenían influencia oriental, pero también una gran originalidad.La orfebrería en plata era muy abundante y en época turdetana se hacía con ella objetos vulgares como barreños o toneles.Los mejores ejemplos del nivel alcanzado por la joyería tartésica son las piezas correspondientes a los tesoros de Aliseda, el Carambolo y el cortijo de Ébora: pectorales, cinturones, diademas, brazaletes o pendientes, todo ello elaborado con oro macizo.Esta cerámica local coexistió con las importaciones orientales fabricadas con torno rápido, de pequeño tamaño y alta calidad, que también serían imitadas por los alfareros tartesios.En ellas se ha querido ver una representación del idioma tartésico, aunque la mayor concentración de las inscripciones se halla en el Sur de Portugal, siendo en realidad escasas y periféricas en los territorios tartésicos, lo que plantea serias dudas al respecto.Las supuestas similitudes adicionales con la sociedad legendaria hacen que una conexión parezca factible, aunque prácticamente no se sabe nada de Tartessos, ni siquiera su sitio preciso.