[1] De entre las dos Tejada onubenses partía el acueducto romano que suministraba agua a Itálica.
Fue seguramente la decadencia de estas actividades lo que propició su paulatino abandono en torno al siglo IV a. C. El asentamiento surge desde el principio de su ocupación limitado por una muralla adaptada a la orografía del cerro.
Es por ello que se relaciona la aparición de Tejada la Vieja con la presencia del comercio fenicio en la Baja Andalucía.
En la comprensión del fenómeno tartessico juega Tejada la Vieja un papel fundamental por tratarse de un asentamiento abandonado en época muy temprana y haber sido conservado, con escasas alteraciones posteriores, gran parte de sus patrimonio arqueológico.
En la zona donde la escasa inclinación del terreno hace más necesaria su presencia llegó a tener más de cuatro metros de alto y aún hoy resulta imponente su visión.
Lo único que perdura en la actualidad de la muralla es la parte inferior, la mampostería pétrea.
Se encuentra un tapial de barro o algo parecido que daría altura a la muralla.
Todo lo descrito es muy probable que fuera en la realidad, ahora viene la parte más interpretativa.
Los expertos aún no se ponen de acuerdo sobre su estética, es decir, tenemos muy clara su función de contrafuerte, pero no se sabe si sería simplemente otro muro adosado, o por el contrario, si podría ser una torre que comunicase con el tapial y que pudiera servir igualmente para vigilancia de soldados. '
Por último, está documentado que empleaban arcilla blanca o cal para darle color a la muralla, (es más, aún existen restos) de ahí su color blanco por ende