La última cena (Leonardo da Vinci)

Leonardo trabajó en esta obra más deprisa y con mayor continuidad que nunca durante unos tres años.

Giorgio Vasari, en sus Vite, también describe en detalle cómo lo trabajó, cómo algunos días pintaría como una furia, y otros pasaría horas solo mirándolo, y cómo paseaba por las calles de la ciudad buscando una cara para Judas, el traidor; al respecto, cuenta la anécdota de que esta forma de trabajar impacientaba al prior del convento y este fue a quejarse al duque, quien llamó al pintor para pedirle que acelerara el trabajo:

Así pues, Leonardo observaba cuidadosamente los modelos del natural, pero no era algo habitual en aquella época.

[16]​[17]​ En otro pasaje se refiere al efecto de los contrastes «[...] Lo feo junto a lo bello, lo grande junto a lo pequeño, el anciano junto al joven, lo fuerte junto a lo débil: hay que alternar y confrontar esos extremos tanto como sea posible.»[16]​ Esta proximidad y antagonismo de las figuras es lo que da su riqueza a La Última Cena: Judas, el malvado/Juan, el bello y bueno; cabezas ancianas/cabezas jóvenes; personas excitadas/personas tranquilas.

La fama que el «gran caballo»[n. 1]​ había hecho surgir se asentó sobre cimientos más sólidos.

[11]​[20]​ Los artistas acudían desde muy lejos al refectorio del convento de Santa María delle Grazie, miraban la pintura con detenimiento, la copiaban y la discutían.

[11]​[21]​ Pronto se puso en evidencia, sin embargo, que nada más acabarse ya empezaba a desprenderse de la pared.

Desgraciadamente, el empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro ya hacia el año 1500, lo cual provocó numerosas restauraciones en la magnífica obra.[n.

Esta vista corresponde al panorama visible desde Olcio, un pueblo de Mandello del Lario en la frontera con Lierna.

Leonardo ha escogido, puede que a sugerencia de los dominicos, el momento quizá más dramático.

La pintura está basada en Juan 13:21, en la cual Jesús anuncia que uno de sus doce discípulos le traicionará.

Aunque se basa en las representaciones precedentes de Ghirlandaio y Andrea del Castagno, Leonardo crea una formulación nueva.

Dicha luminosidad, así como el fresco colorido, han quedado resaltados a través de la última restauración.

[26]​ Los apóstoles se agrupan en cuatro grupos de tres, dejando a Cristo relativamente aislado.

Por ejemplo, Clive Prince y Lynn Picknett, en su libro La revelación templaria, y Dan Brown, en su novela El código Da Vinci, afirman que la figura a la derecha de Jesús (izquierda según se mira) no es en realidad Juan, sino una figura femenina.

Esta afirmación puede desmentirse observando los dibujos de Leonardo donde se ve que es el apóstol más joven, Juan.

[2]​[5]​ Las múltiples obras de arte que se han inspirado en el cuadro y las parodias existentes contribuyen a convertir a La última cena en una de las obras más magníficas en la historia del arte.

En la Pinacoteca Vaticana hay además un tapiz que representa esa misma pintura elaborado en Flandes y regalado por Francisco I de Francia al papa Clemente VII en 1533.

Luis XII , rey de Francia, llegó a Milán y destruyó el ducado, y tras ver la magnífica obra de Leonardo pensó en llevarla a su país. [ 11 ]
La última cena , detalle de la mesa, con esta y el plato en perspectiva.
Copia de la Última cena de Leonardo por Cesare da Sesto en la Iglesia de San Ambrosio en Ponte Capriasca