Se denomina enlucido al revestimiento continuo de yeso blanco que constituye la capa de terminación aplicada sobre la superficie del guarnecido.
El albañil, o el yesista o yesero, aplica esta capa a los muros, tabiques y techos, previamente revestidos con yeso negro; un material de textura más pobre, para que presenten una superficie de acabado tersa y dura.
Se han encontrado paredes revestidas con pasta de yeso en cámaras funerarias del Antiguo Egipto datadas alrededor del 2000 a. C.[1] El enlucido se sigue utilizando hoy en día como el revestimiento principal en paredes interiores de ladrillo.
El yeso debe prepararse mezclándolo con la cantidad adecuada de agua en el momento de su aplicación, pues en pocos minutos empieza a fraguar, en cuyo caso no tendrá capacidad de adherencia a la pared.
También es conveniente no enlucir en días excesivamente secos y calurosos, pues el secado prematuro del yeso puede producir fisuras por retracción.