Se han encontrado paredes revestidas con pasta de yeso en cámaras funerarias del antiguo Egipto datadas alrededor del 2000 a. C.[1] El enlucido se sigue utilizando hoy en día como el revestimiento principal en paredes interiores de ladrillo.
El material debe mezclarse con agua (en mezclas al 50-60%) en el mismo momento de su aplicación, pues en pocos minutos empieza a fraguar y no tendrá capacidad de adherencia a la pared.
Previamente a la aplicación del yeso, debe humedecerse la pared, para evitar que el soporte seque el material antes de tiempo, evitando que fragüe correctamente.
Existen dos modalidades de aplicación de yeso: Es conveniente no enlucir en días excesivamente secos y calurosos, pues el secado prematuro del yeso puede producir fisuras por retracción.
Los guarnecidos se emplean únicamente en paramentos interiores protegidos de la intemperie, pues la humedad los degrada.