Inmigración sueca en los Estados Unidos

Esta recomendó reformas económicas y sociales para reducir la emigración al «traer lo mejor de América a Suecia».

Las principales propuestas de la comisión se implementaron rápidamente: sufragio universal femenino, mejores viviendas, desarrollo económico general y una educación popular más amplia.

Es difícil evaluar el efecto de estas medidas, ya que la Primera Guerra Mundial (1914-1918) estalló un año después de que la comisión publicara su último volumen, reduciendo la emigración a un mero goteo.

[3]​ Sin embargo, los descendientes de los primeros colonos continuaron hablando sueco hasta finales del siglo XVIII.

En el siglo XXI sigue quedando constancia de estos hechos con la presencia del American Swedish Historical Museum en Filadelfia, el Parque Estatal del Fuerte Cristina en Wilmington (Delaware) y The Printzhof en Essington (Pensilvania).

[10]​[11]​ Los modelos de emigración en los países nórdicos: Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca e Islandia, muestran sorprendentes variaciones.

Los anuncios publicados en diarios, aunque muy comunes, tendían a ser repetitivos y su contenido era estereotipado.

Este pequeño grupo fundó un asentamiento al que llamaron Nueva Upsala en el condado de Waukesha, en Wisconsin.

El creciente éxodo sueco fue causado por condiciones económicas, políticas y religiosas que afectaban particularmente a la población rural.

La prensa conservadora describía a los emigrantes como carentes de patriotismo y de fibra moral: «No hay trabajadores más perezosos, inmorales e indiferentes que los que emigran a otros sitios».

[24]​ La emigración fue denunciada como una «manía» o «locura» irracional, implantada en una población ignorante por «agentes exteriores».

La prensa liberal replicó acusando a «los lacayos del monarquismo» de fracasar en tomar en cuenta las miserables condiciones del campo sueco y el atraso de las instituciones económicas y políticas suecas.

El tamaño de la comunidad suecoestadounidense en 1865 se estima en 25.000 personas, una cifra que pronto fue superada por la inmigración sueca anual.

En pleno apogeo de la migración, las cartas familiares desde "América" pudieron provocar reacciones en cadena que llegaron casi a despoblar algunas parroquias suecas, disolviendo comunidades muy unidas que posteriormente se reunieron en el Medio Oeste de los Estados Unidos.

Según el historiador H. Arnold Barton, el coste de cruzar el Atlántico se redujo a menos de la mitad entre 1865 y 1890, lo que llevó a que progresivamente emigraran suecos cada vez más pobres (para comparar esto con las afirmaciones de Brattne y Åkerman, véase "La travesía atlántica" más arriba).

Con el cambio de una inmigración familiar a una individual se produjo una americanización más rápida y completa, ya que los solteros jóvenes con poco dinero aceptaban cualquier trabajo que se les ofrecía, sobre todo en las ciudades.

[31]​ La mayoría de las jóvenes solteras, grupo que Barton considera particularmente significativo, cambiaron los trabajos en el campo que realizaban en Suecia por los trabajos como criadas en las zonas urbanas de los Estados Unidos.

Como contraste, normalmente los suecos recién llegados fueron contratados en cuadrillas formadas exclusivamente por hombres de esa nacionalidad.

Hay documentos de finales del siglo XIX en los que se hace mención a cómo en unos pocos años, simples granjeras suecas se ganaron la admiración por su sofisticación y elegancia, y sobre su inconfundible conducta estadounidense.

Este viajero también oyó incesantemente cómo se denigraba la cultura y la civilización estadounidenses desde lo más profundo de los prejuicios de las clases altas suecas: «si yo, con toda la modestia, dije algo sobre los Estados Unidos, podría haber sucedido que como réplica, fuese informado de que eso posiblemente no podía ser o que el asunto era entendido mejor en Suecia».

Enfocando el trabajo con lo que Barton denomina «característica rigurosidad sueca»,[41]​ la comisión publicó sus conclusiones y propuestas en 21 grandes volúmenes.

Las reformas más urgentes fueron el sufragio femenino universal, una mejor vivienda y desarrollo económico general.

La comisión esperaba especialmente que una educación popular más amplia contrarrestara las «diferencias de clase y casta».

Apareció como una motivación principal en las 289 narraciones personales que se incluían en el informe.

Experiencias más amargas del esnobismo de clases sueco aún dolían tras cuarenta o cincuenta años en América.

Los escritores recordaban el duro trabajo, los sueldos lamentables y la nefasta pobreza de la vida del campo sueco.

Una mujer escribió desde Dakota del Norte, sobre cómo en su parroquia natal de Värmland tuvo que ganarse la vida en las labores el campo desde los ocho años, que comenzaba a trabajar a las cuatro de la mañana y vivía de «arenques podridos y patatas, servidos en pequeñas cantidades para que la salud no se consumiera».

Cuando tenía 17 años, sus hermanos, que habían emigrado, le enviaron un billete prepagado para ir a los Estados Unidos y «alcanzó la hora de la libertad».

[43]​ Un año después de que la comisión publicara su último volumen estalló la Primera Guerra Mundial y la emigración se redujo a un mero goteo.

Mantiene que sus conclusiones «debieron haber tenido un poderoso efecto acumulativo sobre los dirigentes de Suecia y sobre una más amplia opinión pública».

Mapa de Nueva Suecia sobre el año 1650. Obra de Amandus Johnson .
Los emigrantes de Knut Ekwall (1843-1912) representa la visión del artista de cómo podría haber sido la experiencia transatlántica en el siglo XIX .
Los emigrantes de S. V. Helander (1839–1901): un joven granjero se despide de sus familiares y amigos.
Publicidad sueca en contra de la emigración. Los dibujos representan el sueño idílico americano de Per Svensson (izquierda) y la vida real de Per en las tierras salvajes (derecha), donde es amenazado por un puma concolor , una gran serpiente e indios salvajes, que arrancan la cabellera y destripan a un hombre. [ 20 ]
Trabajadoras de finales del siglo XIX en una plantación sueca de remolacha azucarera . La producción de azúcar siguió sin estar mecanizada, con una intensa carga de trabajo y sueldos bajos durante todo el siglo XIX, lo que alimentó el sueño de los trabajadores de tener una oportunidad en los Estados Unidos y de una agricultura mecanizada.
Trilladora a vapor trabajando cerca de Hallock , Minnesota , en 1882.
«Una conocida de la infancia, muy cambiada»: el rápido desarrollo en sofisticación de las simples y jóvenes campesinas suecas en los Estados Unidos.
Birgit Ridderstedt y sus hijos en mitad del Atlántico con destino a Portland (Maine) y Chicago en 1950.
La distribución de los sueco-estadounidenses según el censo de 2000