Giorgio Agamben

Por los años sesenta frecuenta mucho a Elsa Morante, Pier Paolo Pasolini (trabajó para él como actor en Il Vangelo secondo Matteo) e Ingeborg Bachmann.

[cita requerida] En 1974-1975, gracias a Frances Yates, trabajó en la biblioteca del Instituto Warburg, en Londres.

Preparó enseguida su libro Stanze, La parola e il fantasma nella cultura occidentale (1977).

Sus maestros o mentores son Martin Heidegger y Walter Benjamin, a cuya obra retorna siempre.

Esta cuestión supone un enjuiciamiento político y un diagnóstico desolado de la situación que vivimos, e implica otra de cuya respuesta acertada depende la supervivencia y para la cual cada vez hay menos tiempo: ¿Qué podemos hacer, qué dirección tomar?

[cita requerida] Este estudio hace aparecer a la cultura occidental desde sus orígenes como "asombrosamente otra".

Esta lógica no puede ser formalizada de acuerdo con los recursos que el pensamiento vigente ha establecido; por tanto, estos deben ser cuestionados y desmontados, en tanto cómplices del orden de cosas que no saben explicar.

[cita requerida] Esta actividad deconstructiva[2]​ (la obra filosófica de Agamben supone una constante explicación con la deconstrucción derrideana) implica también la búsqueda del concepto libre de tal culpa originaria, la fórmula destinada a atravesar una puerta cuyo mayor obstáculo es que se encuentra desde siempre abierta, a sortear las trampas que la metafísica tiende en el lenguaje, en el pensamiento, en la práctica.

[cita requerida] En relación con la primera pregunta antes referida (¿Cómo hemos llegado a la situación en que nos encontramos?

), es necesario describir el lugar preciso en que se encuentra la civilización mundial: la época de la biopolítica.

Esto lleva a preguntar cuál es el carácter del pensamiento actual sobre la vida, y su camino teológico, filosófico, político, es decir, metafísico.

[cita requerida] La cuestión estriba en que cualquier estrategia humanista, para revertir este hecho, se encuentra inhabilitada desde su inicio.

[cita requerida] Agamben no teme comparar[5]​ el campo de concentración y la ideología nazi que lo ha hecho posible con la situación filosófica actual, como si ambas prácticas en las que las divisiones metafísicas son anuladas, por dispares e incompatibles que puedan resultar, representasen lo más extremo en cuanto a posibilidades del mundo contemporáneo.

En "La comunidad que viene", Agamben caracteriza, mediante breves textos tan eruditos como enigmáticos, el mundo postmetafísico.

Melancolía I, de Alberto Durero . Giorgio Agamben dedica un importante texto en Estancias al estudio de este grabado.