Espinosa fue ejecutado tras el proceso instruido a raíz de dicha suplantación.La sorprendente desaparición en la batalla de Alcazarquivir (1578) del joven rey portugués Don Sebastián había dado lugar a un movimiento místico-secular, el llamado Sebastianismo, por el cual no se consideraba realmente muerto al monarca sino apenas "perdido", creyéndose que algún día volvería Don Sebastián a recuperar el trono de Portugal.El rey Sebastián no había dejado descendencia y sólo podía sucederle su sexagenario y enfermo tío abuelo, el cardenal don Enrique de Avís proclamado rey en agosto de 1578.Don Enrique tampoco tenía descendencia al ser clérigo católico y sus dolencias le impedían un gobierno eficaz, mientras Felipe II de España, tío de don Sebastián por línea materna, presionaba al Papado para impedir una dispensa que permita el matrimonio del anciano monarca portugués.Eso sin contar que pudiera ser, como afirmaba, el propio D. Sebastián vuelto de la muerte y tan añorado por los portugueses.Seguramente llamaría la atención que el pastelero Espinosa dominara varios idiomas (al menos, francés y alemán), tuviese destreza montando a caballo y pareciese ser, en fin, algo más que un humilde pastelero.De los interrogatorios del proceso posterior parece deducirse que esas ilusiones estaban alentadas por el vicario del convento, Fray Miguel de los Santos, quien decía tener visiones en las que aparecían la misma doña María Ana y su primo Sebastián uniendo sus vidas.Pronto comenzaron discretas visitas de aristócratas portugueses, que también dieron en “reconocer” al pastelero Espinosa como su rey perdido.Sin embargo el pastelero no se comporta precisamente de modo aristocrático: tras varios días mostrando las joyas por la ciudad y hablando con poco respeto del rey Felipe II, es denunciado y hecho preso por Don Rodrigo de Santillán, alcalde del crimen en la Chancillería.Sea porque el asunto ya era conocido por Felipe II o no, la reacción fue inmediata.El cadáver del fraile fue decapitado y su cabeza enviada a Madrigal.Tampoco mostró piedad Felipe II con su sobrina, aunque siendo monja y de sangre real conservó la vida.Sigue siendo de difícil explicación cómo un sencillo pastelero pudo, en tres meses, prometer matrimonio a una monja que era la sobrina del rey, o qué fuerzas le impulsaron para mantener su actitud durante el proceso hasta el momento de su muerte.