[1] En cuanto a su distribución geográfica y teológica, casi todas formaron parte de pequeñas congregaciones fundadas en Valladolid (próxima al luteranismo) y Sevilla (tendente al calvinismo), en las que sus integrantes se dedicaban sobre todo a leer Biblias «sin notas», traídas del extranjero.
[16] Isabel Mínguez, "Criada de doña Isabel Vivero Cazalla, que salió al auto para ser quemada […], castigada por luterana con sambenito, cárcel perpetua y confiscación de bienes".
Pero, al saber que estaba sentenciada, «se hirió en la garganta con unas tijeras, de cuya herida murió a los pocos días en la cárcel; y aunque se le predicó para que recibiera el sacramento de la confesión, no quiso: murió impenitente.
Sus huesos fueron llevados en ataúd al auto de fe en estatua, y todo fue quemado con los demás reos».
Fueron condenadas a cárcel perpetua Ana de Illescas e Inés Hernández.
Sin embargo, en 1588, se presentó por tercera vez ante las autoridades inquisitoriales, acusándose a sí misma de haber caído nuevamente en los mismos errores, al considerar el luteranismo como la religión verdadera.
Como ya se ha reconciliado en tres ocasiones anteriores, el Consejo optó esta vez por confiscarle sus bienes.