Cazalla fue sometido a un proceso atentamente controlado por el inquisidor general Fernando de Valdés, que fue comunicando sus detalles al rey Felipe II.
Herrezuelo respondió a Agustín Cazalla del siguiente modo: Doctor, para agora quisiera yo el ánimo, que no para otro tiempo; y Nunca juzgué yo menos de este judigüelo.
Viéndole hablar de tal modo, un alabardero le hizo callar hiriéndole con su arma.
Suplícote señora, te acuerdes de mis sobrinos, los hijos del contador Hernando Ortiz.
[2] En Valladolid, el solar que ocupó su casa y el rótulo infamatorio se conservaron dos siglos, hasta 1776, cuando fue cambiado (presumiblemente por haberse deteriorado el original) por una lápida con forma de rectángulo rematado en su lado superior por un triángulo o semicírculo y la siguiente inscripción: Tras volver a construirse en el solar que ocupó su casa, se denominó calle del rótulo de Cazalla, y en 1820, con la llegada del Régimen Liberal, que revalorizó su figura como opuesta a la Inquisición, calle del Doctor Cazalla, retirándose la lápida, que no se conserva.