Erasmismo

Critica la corrupción del clero, especialmente la del clero regular, la piedad supersticiosa y los aspectos más exteriores de la religiosidad católica (culto a los santos, reliquias, etc.) porque prefiere una religiosidad interior y espiritual, fundada en la oración mental e inspirada en la Devotio moderna.

Apoyado por el emperador Carlos V, el Erasmismo tuvo gran predicamento en toda Europa hasta que las tensiones entre católicos y protestantes provocaron un clima general de sospechas hacia las corrientes intelectuales y religiosas que apoyaban la reforma de la Iglesia y de la espiritualidad.

El movimiento se hubiera reforzado si, como pretendían los seguidores españoles de Erasmo, el sabio neerlandés hubiera viajado a España; pero es sabida la respuesta del mismo a esa invitación: "non placet Hispania".

Pero la muerte de Erasmo, acaecida en 1536, determina que en España se prohíba la difusión de sus obras y, al morir el arzobispo Manrique, dos años después, el auge del Erasmismo inicia una decidida decadencia, aunque no desaparecieron del todo sus huellas literarias o intelectuales, que se observan incluso en Cervantes, quien tuvo por maestro a un decidido erasmista, Juan López de Hoyos.

Protegido Erasmo por el emperador Carlos V, arraigaron sus ideas en los sectores sociales castellanos más descontentos con la religiosidad tradicional: conversos y seguidores de doctrinas hoy mal conocidas, como los alumbrados o recogidos, desarrolladas independientemente del erasmismo.