Se los consideraba como seres de larga vida o inmortales y con poderes mágicos.
En nórdico antiguo eran llamados álfar (singular, caso nominativo: álfr), y a pesar de que no existen descripciones más antiguas o contemporáneas, la aparición de seres etimológicamente relacionados con los álfar en varios folklores posteriores, sugiere fuertemente que la creencia en elfos era común entre todos los pueblos germánicos, y que no se limitaba a los antiguos escandinavos.
A pesar de que el concepto en sí mismo nunca está definido claramente en las fuentes existentes, los elfos parecen haber sido concebidos como seres o espíritus poderosos y hermosos.
Un segundo título de Völundr es más oscuro: álfa ljóði, donde la raíz apunta a la expresión poética ljóðr o lýðr, "un pueblo, gente, hombres".
En la Hrólfs saga kraka un rey llamado Helgi viola y embaraza a una elfina vestida de seda.
En la época germana media de Nibelungenlied, un enano llamado Alberich juega un importante papel.
Alberich cuyo nombre es literalmente "elfo soberano" contribuye aún más en la confusión entre elfos y enanos que viene ya desde la Edda prosaica.
La leyenda de Der Erlkönig parece haberse originado en una época más reciente en Dinamarca y Goethe basó su poema en "Erlkönigs Tochter" ("La hija de Erlkönig"), una obra danesa traducida al alemán por Johann Gottfried Herder.
Este aspecto de la leyenda fue inmortalizado por Goethe en su poema Der Erlkönig, que más tarde sería musicalizado por Franz Schubert.
Cuando recompensa su trabajo con pequeñas ropas, están tan encantados, que se alejan corriendo y nunca los vuelve a ver.
[20] En su versión literaria moderna, son longevos (pueden vivir milenios) o inmortales y tienen poderes mágicos, que usan para proteger la naturaleza, en la que seguirán cuando los hombres ya hayan desaparecido, como postula el poeta romántico italiano Giacomo Leopardi en el "Diálogo entre un elfo y un gnomo" (1824) de sus Opúsculos morales / Operette morali (1834).
Los elfos se han relacionado siempre con la naturaleza y el aprecio que le tienen a ella.
Se cuenta que la raza élfica ha precedido a la Humanidad (J. R. R. Tolkien) en un gran número de milenios.
Pero lo más frecuente es que sus danzas no tengan testigos; por la mañana se nota solamente en la hierba húmeda el rastro de sus pasos.
En alta fantasía, generalmente los elfos no son hostiles a los humanos, ya que los consideran inferiores y de poca importancia.
También hay elfos oscuros (svartalfer en la mitología nórdica), los cuales son retorcidos y malignos.
Como lo primero que vieron fueron las estrellas, las aman sobre todas las cosas y adoran a Varda.
En algunos momentos se alían con los hombres para enfrentar un enemigo común, pero por lo general prefieren tener poco trato con ellos.
Cuando los elfos llegaron en sus barcos plateados a Alagaësia, se vieron envueltos en Du Fyrn Skulblaka (la Guerra con los Dragones).
Esta guerra comenzó cuando un joven elfo cometió el error de cazar a un dragón como si fuera un animal común y corriente.
Pero la matanza no paró ahí; los dragones se unieron, y atacaron a los elfos.
Éstos, consternados, intentaron detener el conflicto, pero no hallaron manera de comunicarse con los dragones.
Durante nueve años, los más sabios y poderosos hechiceros élficos prepararon el hechizo.
Cientos de años después, cuando los humanos llegaron a Alagaësia, fueron añadidos al hechizo.
Según Collfer, estos elfos coexistían con la Humanidad en la superficie de la Tierra hasta que, en torno al 7500 AC (según la cronología humana, partiendo de que Collfer daba la fecha "hace 10.000 años") estalló una guerra entre las Criaturas Mágicas y la especie humana, cuyo dramático final fue la Batalla de Taillite, probablemente sucedida en Irlanda, siendo las Criaturas Mágicas derrotadas y obligadas a vivir en el subsuelo terrestre.
Por supuesto, la tradición humana no tardo en olvidar una historia semejante y los redujo a la categoría de mitos.
A inicios del siglo XXI, cuando suceden los sucesos de Artemis Fowl, estas criaturas habitan un lugar llamado Ciudad Refugio, debajo de las islas británicas; también se menciona un lugar llamado Atlantis situado bajo el Océano Atlántico.