El Sexto

[4]​ Pese a la popularidad que goza esta novela entre los lectores peruanos, la crítica no le da la misma importancia que le otorga a las otras novelas del autor, como Yawar Fiesta o Los ríos profundos, tal vez porque se le considera la menos arguediana de todas ellas, al alejarse de los escenarios andinos y contar con pocos personajes indígenas, dando pase a un escenario citadino y con una profusión de personajes criollos y costeños.

Sin embargo, la novela si se vincula con el resto de sus obras, comenzando con su protagonista, Gabriel Osborno, un joven estudiante andino, natural de Apurímac, que es el alter ego del autor.

Ocurrió durante la dictadura del general Oscar R. Benavides,[6]​ bajo la cual se hallaban fuera de la ley los partidos aprista y comunista.

Frente a esta disputa, el joven Gabriel se muestra como un individualista acérrimo: no comparte ninguno de esos fanatismos extremos, aunque se siente más cercano a los comunistas.

Al inicio del relato, el joven Gabriel cuenta su llegada luego de abandonar la Intendencia; tras cruzar un patio inmenso fue conducido hacia el tercer piso o pabellón de los presos políticos.

Gabriel es un estudiante universitario involucrado en una protesta contra la dictadura que rige al país y por ello es conducido al pabellón destinado a los presos políticos, situado en el tercer piso del penal.

Es introducido en una celda, que compartirá en adelante con Alejandro Cámac Jiménez, un sindicalista minero de la sierra central, preso por comunista.

[16]​[8]​ Lo ocurrido en torno a Clavel ejemplifica en su máxima expresión el horror carcelario.

[7]​[3]​[22]​ Mientras tanto, el Clavel continúa siendo prostituido en su celda, lo que conmueve y repugna a los presos políticos.

El más afectado es Pacasmayo, quien para colmo es preso de una extraña enfermedad que le hace enrojecer el rostro, ante la indiferencia del médico de la prisión, quien se limita a decirle que solo es un mal pasajero.

El piurano también demuestra abiertamente su aversión hacia todos los actos homosexuales y de violencia sexual que se practican en la cárcel.

Firman la solicitud Pedro, Luis y Gabriel (este último en nombre de los universitarios e independientes).

En los últimos días su salud se había quebrantado y perdido la visión de un ojo.

Todos los políticos, apristas y comunistas rinden homenaje a quien consideran un gran luchador social.

El cadáver es sacado y los presos lo despiden cantando a toda voz sus himnos respectivos.

Esa misma noche Puñalada y otros negros violan al muchacho, quien amanece llorando desconsoladamente.

Libio siente entonces alivio al encontrar a una persona que le habla con el idioma del corazón.

Poco después la patrona del muchacho avisa que ya encontró la joya (anillo costoso) perdida y pide que le entreguen a Libio, pero éste no quiere regresar donde ella.

También llevan como testigos a Gabriel y al Piurano; Gabriel cuenta a los policías que Pacasmayo se quitó la vida al no poder soportar el abominable espectáculo del muchacho prostituido, pero el cabo y los policías suponen que fue de celos por el Clavel, lo que indigna a Gabriel y al Piurano.

En sus obras anteriores (Yawar Fiesta y Los ríos profundos) había logrado con acierto una reelaboración castellana del quechua para hacer hablar a sus personajes andinos.

Y es que en ese lugar el escritor encontró lo peor que la sociedad ha producido pero a la vez la esperanza de quienes luchaban por cambiarla, sufriendo no solo la privación de la libertad sino torturas y sufrimientos.

Al margen de las menudas disputas doctrinarias que se dan entre los presos políticos, existe ideales comunes que en determinados momentos hermana a todos ellos: la lucha contra una dictadura totalitaria y el deseo por implantar en el país la justicia social.

Óscar R. Benavides , presidente del Perú entre 1933 y 1939, es mencionado por los personajes de la novela como “El General”.