[6] En su proceso evolutivo, al pasar por el latín, la palabra diploma fue adquiriendo distintos significados, entre los que se pueden destacar, “carta doblada en dos partes”, “documento emitido por un magistrado, asegurando al poseedor algún favor o privilegio”, y “carta de recomendación emitida por el Estado, otorgada a personas que viajaban a las provincias”.En Francia, la diplomatie hacía referencia «a todos los documentos solemnes emitidos por las cancillerías, especialmente aquellos que contenían acuerdos entre soberanos».El «oficio de tratar con archivos y diplomas» fue conocido entre los gobiernos europeos como res diplomatica o asuntos diplomáticos, un elemento que según Harold Nicolson, «es aún vital para el funcionamiento de cualquier servicio exterior eficiente».[11] La ciudades-estado de la Grecia antigua enviaba en algunas ocasiones enviados para negociar asuntos específicos, como la guerra y la paz o las relaciones comerciales, pero no tenían representantes diplomáticos regularmente en el territorio del otro.[14] Los nuevos análisis del Arthashastra sacan a la luz que en los 6.000 aforismos en prosa (sutras) se esconden conceptos políticos y filosóficos pioneros.El elemento normativo es la unificación política del subcontinente geopolítico y cultural de la India.También ofrece cuatro upaya (enfoques políticos): la conciliación, las dádivas, la ruptura o disensión y la fuerza.[16] Aunque en la superficie era una oficina de protocolo -su principal deber era asegurar que los enviados extranjeros fueran atendidos adecuadamente y recibieran suficientes fondos estatales para su mantenimiento, y mantenía a todos los traductores oficiales- claramente tenía también una función de seguridad.Sus asistentes, sin embargo, deben ser vigilados para evitar que obtengan cualquier información haciendo preguntas a nuestra gente".[18] Milán desempeñó un papel destacado, especialmente bajo Francesco Sforza que estableció embajadas permanentes ante las demás ciudades-estado del norte de Italia.Toscana y Venecia fueron también florecientes centros de diplomacia a partir del siglo XIV.España fue la primera en enviar un representante permanente; nombró un embajador en la Corte de Santiago (es decir, Inglaterra) en 1487.A finales del siglo XVI, las misiones permanentes se convirtieron en algo habitual.Sin embargo, el Emperador del Sacro Imperio no enviaba regularmente legados permanentes, ya que no podían representar los intereses de todos los príncipes alemanes (que en teoría estaban todos subordinados al Emperador, pero en la práctica cada uno era independiente).Se desarrollaron normas estrictas para los embajadores, que exigían que tuvieran grandes residencias, organizaran lujosas fiestas y desempeñaran un papel importante en la vida de la corte de su nación anfitriona.En Roma, el puesto más preciado para un embajador católico, los representantes franceses y españoles tenían un séquito de hasta cien personas.Los embajadores solían ser nobles con poca experiencia en el extranjero y sin expectativas de hacer carrera en la diplomacia.Al mismo tiempo, se empezaron a crear ministerios de asuntos exteriores permanentes en casi todos los estados europeos para coordinar las embajadas y su personal.Todo el edificio se vería muy perturbado por la Revolución Francesa y los años posteriores de guerra.Entremedias de esa época, figuras como el canciller alemán Otto von Bismarck fueron reconocidas por su diplomacia internacional.Los diplomáticos e historiadores suelen referirse a un Ministerio de Asuntos Exteriores por su dirección: la Ballhausplatz (Viena), el Quai d'Orsay (París), la Wilhelmstraße (Berlín); y Foggy Bottom (Washington).Para la Rusia imperial hasta 1917 fue el Puente de los Coristas (San Petersburgo), mientras que "Consulta" se refería al ministerio italiano de Asuntos Exteriores, con sede en el Palazzo della Consulta desde 1874 hasta 1922.Las delegaciones (misiones especiales en órganos y conferencias), no tienen fijado a través de ninguna disposición sus funciones.Aquella a la cual pertenecen las llamadas oficinas temporales o permanentes que los Estados crean para fines específicos, el envío de funcionarios técnicos para la discusión de asuntos concretos y las llamadas «misiones especiales».La diplomacia multilateral está marcada por dos elementos esenciales: las posiciones que un país toma en cuanto a ciertos temas o problemas y el proceso por el que un acuerdo acerca de estas situaciones se alcanza.La divergencia de las posiciones nacionales son la razón principal por la que el consenso algunas veces tarda años en lograrse.
Ger van Elk,
Symmetry of Diplomacy
, 1975, Groninger Museum.