Benedetto Croce

Su madre, su padre y su única hermana murieron, mientras que él permaneció enterrado durante mucho tiempo entre los escombros, sobreviviendo por poco.

En el círculo cultural en la casa del tío Silvio frecuentó a importantes hombres políticos e intelectuales, entre los cuales Antonio Labriola que lo introdujo al marxismo.

En 1886 dejó Roma y volvió a Nápoles, adquiriendo la segunda planta del Palazzo Filomarino, donde vivió Giambattista Vico, muy admirado por Croce por la concepción filosófica que, por algunos aspectos, adelantó la suya.

[2]​ Su vuelta a la actividad pública italiana se produce tras la caída del Duce y en los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial donde, en la confusión política en la que cae el país, intentó mediar entre los distintos partidos antifascistas.

Se convirtió así en ministro sin cartera de varios gobiernos hasta que, en 1943, es nombrado secretario del Partido Liberal, el cual abandona en 1946.

Ese mismo año funda en Nápoles el Instituto Italiano para los Estudios Históricos, destinando para su sede un apartamento de su propiedad.

Durante toda su vida política hasta su muerte en 1952 fue uno de los personajes públicos más respetados en Italia.

La estética se configura en primer lugar como actividad teórica basada en los sentidos, en las representaciones e intuiciones que tenemos de la realidad.

El arte no es por lo tanto una producción exclusivamente sensible, sino una reflexión conceptual que si bien no es un mero hecho social (a la manera de los positivistas), posee un estatuto particular y específico: el arte es la expresión de una intuición lírica que conmueve emotivamente al intelecto, pues vincula sentimiento y sentido.

La meta de esta actividad es la elaboración del concepto puro, universal y concreto.

Aunque Croce se da cuenta de que la democracia a veces puede amenazar la libertad individual, ve que el liberalismo y la democracia se basan en los mismos ideales de igualdad moral y oposición a la autoridad.

Para Croce, el capitalismo sólo emergió para satisfacer ciertas necesidades económicas de la sociedad, y podría cambiarse o incluso reemplazarse si se encontraban mejores soluciones a esas necesidades, si no promovía la libertad, o si los valores económicos se enfrentaran con valores más elevados.

Las ideas de Croce sobre la separación entre el liberalismo como principio ético y las doctrinas económicas del laissez-faire contingente que lo acompañaban en ciertos contextos influirían en los socialdemócratas italianos como Leo Valiani y Giuseppe Saragat, así como en la síntesis socialista liberal de Carlo Rosselli.

Existe afortunadamente una extensa monografía, Benedetto Croce y el mundo hispánico,[7]​ que así lo atestigua, tras ser materia durante demasiado tiempo no bien determinada.

[10]​ Respecto del primer y segundo aspectos es necesario recordar, entre otras cosas, el estudio crociano de la influencia española en la vida italiana, así como todo lo relativo a Gracián y la cuestión del Barroco.