El Principado de Neuchâtel y Valengin fue un principado perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico que corresponde a grandes rasgos a lo que actualmente se conoce como el cantón de Neuchâtel, en Suiza.
Tras fallecer sin herederos, Conrado II reclamó la sucesión e incorporó los antiguos territorios del reino al Sacro Imperio Romano Germánico, incluyendo Neuchâtel.
Ya en 1374 todas las tierras que forman el actual cantón del mismo nombre habían sido incorporadas al condado.
El hijo de Conrado IV, Juan, no logró producir herederos lo que generaría una crisis a su muerte en 1457.
Esto agotó la paciencia de los cantones aliados suizos, que estaban en guerra con Francia.
En 1529, la Confederación se retiró del condado y, aunque esta ejercería fuerte influencia en Neuchâtel durante las siguientes décadas, formalmente continuaría la protección francesa.
Juana pudo administrar el país hasta su muerte, tras la cual fue sucedida por su nieto, Francisco III, a los 8 años de edad.
Francisco Luis finalmente desistió de su pretensión y María logró imponer su dominio hasta su muerte, en 1707.
Debido a la distancia, el rey prusiano eligió un gobernador que actuaría en su nombre en el territorio, manteniendo en gran parte las instituciones propias del principado.
El gobierno prusiano duró sin interrupciones por casi un siglo, en el que floreció el comercio y la cultura.
A diferencia de otros estados títeres instalados por Napoleón, Louis Alexandre asumió como príncipe soberano, teniendo sus sucesores derechos hereditarios sobre la colonia.
Ese mismo año, Suiza estableció una nueva constitución que la convirtió en una federación, con Neuchâtel como miembro pleno.