Pero sus padres hicieron las paces con Richelieu y ella pudo ser presentada en sociedad en 1635, logrando convertirse en una de las más conocidas damas de los círculos culturales.
Ana Genoveva fue el alma de la primera Fronda, consiguiendo la adhesión a los "descontentos" del príncipe de Conti, así como la de su segundo hermano, y la de su marido intentando, incluso, reclutar al propio Condé, cuya fidelidad a la monarquía hizo fracasar el golpe.
La segunda Fronda fue, asimismo, concebida por ella jugando un papel esencial al conseguir que, primero Condé y más tarde Turenne se unieran a los rebeldes.
Durante el último año de la guerra Ana Genoveva vivió en Burdeos con el duque de Nemours, una amistad que le proporcionó a La Rochefoucauld una excusa para abandonarla y volver con su antigua amante, la duquesa de Chevreuse.
Abandonada y caída en desgracia en la corte, Ana Genoveva, cayó en una fuerte depresión que la condujo a refugiarse en la religión, el jansenismo y la caridad.