Lo bautizaron unas horas más tarde, sus padrinos fueron el rey Federico V (su padre), Sofía Magdalena de Brandeburgo-Kulmbach (su abuela paterna), la princesa Luisa (su tía) y la princesa Carlota Amalia (su abuela).
Christoph Willibald Gluck, director de la compañía operística del rey Federico V en Copenhague, compuso la escena La Contesa dei Numi (La disputa de los dioses) entre los años 1748 y 1749, donde los dioses del Olimpo se reúnen a las orillas del Gran Belt discutiendo a quién van a encargar proteger al nuevo príncipe.
Su madre, la reina Luisa, murió en 1751, tan solo dos años después de su nacimiento.
Al año siguiente su padre se casó con Juliana María de Brunswick-Wolfenbüttel.
[4] Los primeros historiadores aseguran que tenía un talento considerable y una personalidad triunfadora, sin embargo tenía un padre alcohólico, estaba poco educado y su tutor, Cristián Ditlev Federico Reventlow, conde de Reventlow, lo aterraba.
Parece haber sido inteligente, con períodos de claridad y lucidez, pero sufrió de problemas emocionales graves, posiblemente esquizofrenia, como argumenta el doctor Viggo Christiansen en su libro Christian den VII's sindssygdom (Cristián VII, enfermedad mental), publicado en 1906.
Su reinado estuvo marcado por una enfermedad mental[6] que afectó las decisiones tomadas por el gobierno; durante la mayor parte de su reinado, Cristián fue el rey nominal, a pesar de que las decisiones las tomaban otros.
Entre 1770 y 1772, Struensee fue de facto regente del país e introdujo reformas progresistas —que daban libertad al pueblo en tanto que la perdían los nobles— firmadas por Cristián VII.
Cristián dejaba tomar las decisiones principales a los ministros de su gobierno, como en su momento lo había hecho su padre el rey Federico V.
Struensee implementó una serie de reformas liberales en el reino, lo que le valió que sus enemigos políticos conspiraran contra él, entre ellos diversos funcionarios públicos, así como la reina viuda Juliana María y su hijo el príncipe Federico, madrastra y medio hermano menor del rey, respectivamente.
Tras negociaciones con su hermano, el rey inglés Jorge III, fue deportada a Celle, en Hannover.
Enquist ganó con esta obra, de gran éxito internacional, el premio Augusto.