Su época estuvo marcada por el florecimiento de la cultura nacional danesa y por la participación victoriosa en la Gran Guerra del Norte, que no representó grandes resultados para su país.
Ha sido el único rey bígamo en la historia de Dinamarca; sin embargo, su actitud nunca fue censurada por el clero danés.
Los daneses tuvieron que salir de la guerra y reconocer la independencia del ducado cuando Suecia invadió Selandia ese mismo año.
Lo que Federico no pudo ganar en Escandinavia lo logró en Alemania, atacando las posesiones suecas y el ducado de Holstein-Gottorp.
Participó activamente en las acciones militares contra la Pomerania Sueca, en combinación con los ejércitos de Sajonia y Prusia.
Debilitada Suecia, Federico planeó en 1719 una nueva gran incursión contra las provincias sureñas, esta vez atacando desde Noruega.
Después de la guerra, florecieron el comercio y la cultura, si bien el monarca no tenía grandes intereses culturales.
Estuvo casado con Luisa de Mecklemburgo-Güstrow, Elisabeth Helene von Vieregg y Ana Sofía Reventlow.