Inicialmente, Struensee tuvo un perfil bajo mientras fue interiorizándose y tomando control de la maquinaria política.
Una semana más tarde se designa a sí mismo maître des requêtes.
Su tarea oficial era presentar informes al rey de los diversos departamentos del Estado.
Para asegurarse la obediencia, mandó despedir a numerosos funcionarios de los departamentos del gobierno, sin pensiones o compensaciones, y los substituyó con personas que él designaba.
Cuando Struensee declara abolida la censura de la prensa, aparecen numerosos panfletos anti-Struensee.
La sociedad que diariamente se reunía en torno al rey y la reina provocaba la burla de los embajadores extranjeros.