Algunos se interesaron particularmente en ella e hicieron importantes trabajos, como el duque Raúl que fundó en 1343 una capilla dedicada a la Virgen María y a san Antonio, así como estableció que debían decirse allí todas las semanas tres misas, el domingo, miércoles y sábado.
Las transformaciones más importantes tuvieron lugar durante el reinado de Carlos III, que creó muchas fortalezas en Lorena y se empeño en poner en buen estado otras, como hizo en 1559 en Lunéville.
Un muro perforado por un portal cerraba el patio y una escalera en herradura daba acceso al jardín.
La mayoría de las piezas fueron remodeladas y se construyó un pequeño edificio para alojar a los guardias.
Era entonces la obra más grande de Lorena, en la que estaban comprometidos muchos artesanos y artistas.
Seis proyectos diferentes se conocen ahora; ninguno está fechado y es difícil ordenarlos cronológicamente con certeza.
Tras ese accidente, Boffrand preparó nuevos planos que debió modificar varias veces antes de obtener el consentimiento del duque.
Desde 1710, tomaron una considerable extensión y fueron acondicionados por Yves des Hours, un discípulo de Le Nôtre.
Para desarrollar todo este espacio, era necesario rellenar las antiguas acequias, canalizar el río y arrasar varios edificios.
Al año siguiente, confió la regencia a su madre, la duquesa viuda Isabel Carlota de Borbón-Orleans, y emprendió una gira por Europa.
De este modo, Francia alcanzaría lo que consideraba su frontera natural, el río Rin, consolidando sus posiciones en Alsacia.
Sin embargo, la distribución de los apartamentos ducales no se correspondía con los imperativos del ceremonial del antiguo rey polaco, el nuevo «soberano» hizo cambiar la disposición de las piezas, que reamuebló y decoró con muchos objetos, tapices y pinturas.
Luego hizo erigir construcciones enteramente originales, en la tradición de los jardines orientales acondicionados con muchos pabellones y folies.
Sobre este fondo rocoso, el relojero François Richard instaló ochenta y ocho autómatas de tamaño natural, que cobraban vida con ingeniosos sistemas hidráulicos.
El tema general era una pastoral, donde se representaban muchas escenas bucólicas campesinas al gusto rococó.
En 1824 este último creó allí un centro de caballería militar que servía como escuela para los oficiales.
Fiestas ecuestres, juegos de pelota y recepciones revivieron en el castillo la brillante vida del siglo XVIII.
Su petición fue rechazada categóricamente, ya que el interés del servicio se limitaba a la arquitectura medieval.
Varias publicaciones y ediciones, así como un sitio web, permitieron seguir la evolución de las obras.
Para devolver a la capilla su primer uso y poder celebrar el Oficio Divino, la administración militar instaló un altar coronado por una pintura de Jules Joly entregado en 1861.
Fait et arrêté à Lunéville le huit mai mil sept cent soixante quatre.
Inventaire général de la musique appartenant au Roy, dont le Sieur Laugie est chargé
Actualmente permite acceder al vestíbulo que da acceso a las tribunas de la capilla.
Ubicadas debajo de la capilla, estas salas sirvieron como bodegas para la copería (echansonnery).
Al fondo, se puede ver el cuerpo central del castillo enmarcado en ambos lados por dos alas más bajas.
Las fachadas son un ejemplo perfecto de la arquitectura clásica, tal como la concibió el arquitecto Germain Boffrand.
En el centro de la composición, las imponentes columnas participan en la majestuosidad del edificio, y están coronadas por un frontón triangular decorado con motivos guerreros.
La terraza permite una vista sin obstáculos de los jardines à la française ubicados en el lado este.
El duque Léopoldo en 1710 confió a un émulo de André Le Nôtre, Yves des Hours, la tarea crear unos jardines à la française en la prolongación del castillo.
Solo quedan cuatro esculturas de Barthélémy Guibal, Apollon foulant un dragon, Diane accompagnée d'un lévrier, La Nuit y Flore.