Los técnicos no dieron importancia al accidente y el buque logró quedar a flote con la marea alta.
El Cisneros fue nuevamente asignado por el gobierno, para dar escolta al yate real Giralda, por lo que puso rumbo a Castellón, desde donde partiría junto con el Numancia la tarde del 13 de abril con destino Alicante, a donde arribarían los tres buques en la mañana del 14 de abril.
En junio de ese mismo año el rey inició un viaje a Francia y Gran Bretaña.
Desde allí pusieron rumbo al puerto británico de Portsmouth, para finalmente arribar a Ferrol el día 19.
Ante semejantes daños, la inundación no pudo ser controlada, dando tiempo sin embargo a que se salvara toda la dotación, hundiéndose el buque por proa.
Al olvidar el oficial de derrota recoger el cuaderno de bitácora, no pudo precisarse con exactitud el lugar donde el casco impactó con la roca, ya que la inercia le hizo alejarse unas 2,5 millas del lugar del impacto.