Taxonomía

Para ello, la escuela cladística (la que predomina hoy en día) convierte a los clados en taxones.1985[15]​), la diferencia es que se utilizan como ayuda para determinar la filogenia de los organismos.Otra escuela es la que propone una clasificación libre de categorías, cuyo exponente más extremo quizás sea el PhyloCode,[16]​ aunque esta escuela nunca llegó a discutirse seriamente en el ambiente científico (Mallet y Willmott 2003[17]​).Los sistemas de clasificación están compuestos por taxones (del griego ταξα, taxa) ubicados en sus respectivas categorías taxonómicas.Los códigos proveen el reglamento para que los taxones elegidos se publiquen válidamente.[cita requerida] La categoría fundamental es la especie, porque ofrece el taxón claramente reconocido y discreto de tamaño más pequeño.El concepto de especie ha sido intensamente debatido tanto por la sistemática como por la biología evolutiva.Hasta se pueden poner a prueba los límites de las especies analizando la interfertilidad entre las poblaciones.Se la subdivide en subespecies si poseen poco solapamiento geográfico en comparación con las razas, pero todavía existe algo de hibridación.[cita requerida] Por debajo de la raza también se puede seguir subdividiendo en taxones en las categorías variedad y forma.[cita requerida] Las especies a su vez se agrupan en taxones superiores, cada uno en una categoría más alta: géneros, familias, órdenes, clases, etcétera.Esta confusión es la que llevó a que se propusiera la eliminación de las categorías taxonómicas, y de hecho son pocos los sistemáticos que se preocupan por ellas y muchas veces llaman a los grupos monofiléticos con nombres informales para evitarlas (por ejemplo, hablan de las «angiospermas» para evitar discutir si son «Magnoliophyta», «Magnoliophytina», «Magnoliopsida», etcétera).En la nomenclatura binominal de Linneo, cada especie animal o vegetal quedaría designada por un binomio (una expresión de dos palabras) en latín, donde la primera, el nombre genérico, es compartida por las especies del mismo género, y la segunda, el adjetivo específico o epíteto específico, hace alusión a alguna característica o propiedad distintiva; esta puede atender al color (albus, ‘blanco’; cardinalis, ‘rojo cardenal’; viridis, ‘verde’; luteus, ‘amarillo’; purpureus, ‘púrpura’; etcétera), al origen (africanus, ‘africano’; americanus, ‘americano’; alpinus, ‘alpino’; arabicus, ‘arábigo’; ibericus, ‘ibérico’; etcétera), al hábitat (arenarius, ‘que crece en la arena’; campestris, ‘de los campos’; fluviatilis, ‘de los ríos’; etcétera), homenajear a una personalidad de la ciencia o de la política o atender a cualquier otro criterio.Si bien en los tiempos de Linneo los nombres eran sencillos y descriptivos, últimamente se han registrado nombres científicos insólitos: la araña Pachygnatha zappa, porque tiene una mancha en el abdomen igual al bigote del artista Frank Zappa; algunas moscas chupadoras de sangre del género Maruina: Maruina amada, M. amadora, M. cholita, M. muchacha, M. querida, M. chamaca, M. chamaguita, M. chica, M. dama, M. nina, M. tica y M. vidamia, todos adjetivos cariñosos; el dinosaurio que fue llamado Bambiraptor debido a Bambi, el de la película de Disney, que tenía un pequeño tamaño; el molusco bivalvo Abra cadabra (aunque después se lo cambió de género); y quizás el caso más sobresaliente: el género de arañas brasileñas Losdolobus, llamado así porque los investigadores que lo describieron, queriendo homenajear a dos argentinos que habían colaborado, les pidieron a éstos que inventasen un nombre para el nuevo género, que quedó como Losdolobus por «los dolobus», término del lunfardo argentino intraducible en una enciclopedia.Cuando la especie en la actualidad se ubica en un género diferente al que le fue asignado por su autoridad original, el nombre del autor y el año se ponen entre paréntesis; por ejemplo, la estrella de mar Pisaster giganteus (Stimpson, 1857).Para ello, es necesario que la información sobre los taxones esté disponible de una forma accesible, y a veces son necesarios también otros elementos como lupas o microscopios, para observar los caracteres del organismo que permiten ubicarlo en uno u otro taxón.La adecuación o no de las taxonomías tradicionales al criterio científico ha sido objeto de algunas investigaciones (a veces se identifican como idénticas especies distintas, a veces se identifican como distintas especies idénticas).Por un tiempo los naturalistas hicieron tibios intentos de ordenar la información disponible sobre los organismos y reglamentar sus nombres.Pero sin duda alguna fue en el siglo XVIII cuando la taxonomía recibió un empujón definitivo, gracias al naturalista sueco Carlos Linneo, quien tenía la ambición de nombrar a todos los animales, plantas y minerales conocidos en la época según sus características físicas compartidas y normalizó su denominación.A estas pequeñas descripciones o polinomios las llamó «el nombre propio de cada especie», pero agregó una importante innovación que ya había sido utilizada antes por Caspar Bauhin (1560-1624): la nomenclatura binominal o binomios, como el «nombre corto» de las especies.A la vez, Linneo propuso un esquema jerárquico de clasificación, donde las especies muy afines se agrupan en un mismo género.En términos etimológicos estrictos, debe considerarse quizá preferible la forma «Taxinomía», pero tiene un uso muy limitado, casi siempre en traducciones del francés.Los sistemas de clasificación se hacen en colaboración, según el árbol filogenético más consensuado (ver por ejemplo APG II en 2003 para las angiospermas, Smith et al.La descripción formal y la tipificación de los taxones son procedimientos en los que es frecuente observar errores e inconsistencias, y esto ocurría aún en mayor medida antes de que los códigos internacionales reglamentaran estos trabajos muy pormenorizadamente.Esta inestabilidad de los nombres se hubiera debido únicamente a cambios en la «filosofía taxonómica».Estas diferencias conceptuales entre taxónomos son extremadamente comunes hoy en día, lo cual lleva a una gran inestabilidad potencial en los nombres de los taxones (Vane-Wright, 2003).[17]​ Aun cuando la «Taxonomía basada en ADN» fuera financiada, es necesario preguntarse si es necesario agregar un requerimiento extra al ya lento proceso de describir nuevos taxones, en especial teniendo en cuenta que se calcula que solo el 10 % de las especies del planeta ha sido descrito (Mallet y Willmott, 2003).[70]​ Pueden esperarse reformas similares en los códigos de los macroorganismos, pero los zoólogos y los botánicos todavía tienen que ratificar las propuestas.Los que lo apoyan esperan reemplazar la nomenclatura Linneana basada en rangos o categorías taxonómicas, con un sistema uninominal para nombrar clados.Más allá de sus debilidades, son logros impresionantes que pueden ser adaptados para reflejar las nuevas necesidades.
Los árboles filogenéticos tienen forma de dendrogramas . Cada nodo del dendrograma se corresponde con un clado .
La taxonomía en la actualidad (según la escuela cladista) decide qué nodos del árbol filogenético (clados) se convertirán en taxones y en qué categorías taxonómicas se ubican.
Portada de la obra de Linneo Species plantarum (1753), donde se instauró el uso de la nomenclatura binominal