Aunque se hicieron reportes bien documentados sobre cánidos similares durante los siglos XX y XXI, que se ha sugerido era lobos sobrevivientes, persisten las dudas sobre su identidad debido a factores ambientales y de comportamiento.
[7][8][9] El nombre binomial C. hodopylax se deriva del término griego hodos (senda) y phylax (guardián), en referencia a los Okuri-inu del folclor japonés, que retrataban a los lobos o comadrejas como los protectores de los viajeros.
[10] Han existido varias otras formas de referirse al lobo japonés,[11] y el nombre ōkami (lobo) se deriva del japonés antiguo öpö-kamï, que puede significar "gran espíritu"[12] ya que los animales salvajes eran asociados con el espíritu de las montañas Yama-no-kami en la religión sintoísta,[10] o bien ser "perro grande",[11] o "mordida grande" (ōkami u ōkame),[13] y "boca grande"; Ōkuchi-no-Makami (en japonés) era un apodo antiguo y deificado para los lobos japoneses por el cual era adorado y temido, significando "un dios real con boca grande" con base en varias teorías; se referiría a la boca del lobo asociada a varias leyendas y el folclor como el del personaje guiado por un lobo Yamato Takeru y que fue titulado así por el príncipe, o por una región en Asuka llamada Ōkuchi-no-Makami-no-Hara en la cual vivió Asuka no Kinunui no Konoha (en japonés) y en la que se cuenta que varias personas fueron muertas por un viejo lobo residente allí.
Él describió al ōkami como un animal comestible pero rapaz de coloración pardo-grisácea con una cola larga de color cenizo y punta blanca, dedos con membranas y ojos triangulares que podrían ocasionalmente amenazar a a la gente si tenían hambreo o rabia.
En contraste, el yamainu fue descrito como un animal similar, pero con un pelaje amarillento moteado, dedos sin membrana y carne no comestible.
[15] Los trabajos de Ranzan fueron estudiados por el botánico alemán Philipp Franz von Siebold durante su investigación en Dejima.
Este espécimen, junto con las notas de Siebold, fueron usadas por Temminck como referencias para su clasificación científica del animal en Fauna Japonica (1839).
[24] En la mandíbula, el primer (molar) es relativamente más grande que en cualquier otro cánido conocido.
[26] En 2009, un estudio osteológico declaró que el cráneo del lobo japonés medía entre 206.4 mm a 226.0 mm en longitud total, y que las características morfológicas por sí solas no eran suficientes para distinguir al lobo japonés de los perros domésticos grandes, tales como la raza Akita.
[23] Restos de caninos salvajes que datan de finales del periodo Edo (1603 a 1868), conocidos como Yama-Inu, han sido confundidos ocasionalmente con el lobo japonés debido a las similitudes osteológicas entre ambos.
[23][32][33] Un análisis más refinado del AND mitocondrial del lobo japonés mostró que podría ser dividido adicionalmente en dos grupos separados, y que las secuencias de un Kishu, un husky siberiano y un Shiba Inu podrían ser divididas también en esos dos grupos.
Dicho estudio encontró que el dingo y el perro cantor de Nueva Guinea serían los más cercanos genéticamente al lobo japonés, compartiendo casi un 5.5% de introgresión genética.
[37][6] La hibridación entre perros domésticos y asilvestrados habría sido muy común en Japón, y distinguir al lobo original wolf ya era algo difícil para la clasificación científica e identificación de especies modernas que comenzaron recién durante la Restauración Meiji en la cual las autoridades tenían problemas determinando cuáles eran los daños provocados por los lobos y los perros.
Además los cruces intencionados entre los lobos salvajes y las hembras de perros domésticos, siendo atados afuera para crear razas más fuertes era muy común, y se reconocía comúnmente por parte del público varios "tipos" de "lobos" incluyendo potenciales híbridos F1.
[38][39][40] El análisis genético del espécimen de yamainu de Siebold usando ADN mitocondrial matrilineal encontró que encajaba genéticamente con el lobo japonés; sin embargo, su cráneo muestra diferencias anatómicas significativas con otros lobos japoneses.
[49] Algunos investigadores piensan que el yamainu podría corresponder a uno o más tipos de diferentes cánidos nativos sin reconocer.
Uno pequeño y de patas cortas, pero más primitivo y con apariencia vagamente similar a un mustélido, y podría ser el representado artísticamente como el yamainu mantenido por Siebold que realizó Kawahara Keiga, que se muestra con rayas, y también el espécimen preservado en el jinja de Ube, que se afirmó era un C. hodophilax capturado en Wakayama en 1949, más de cuatro décadas después del último registro confirmado.
A partir del año 967 d. C., los registros históricos indicaban la preferencia de los lobos por cazar caballos, ya fueran ejemplares asilvestrados o aquellos en las pasturas, establos y aldeas.
Además de proteger las cosechas, el lobo podría dejar presas para los aldeanos.
Tras el avistamiento de 1996, Yagi comenzó a investigar la potencial supervivencia del lobo japonés, siendo asistido por otras personas con los años.