[5] Su padre, Ali Rıza Efendi, era un oficial de aduanas que falleció cuando Mustafá era aún un niño, y su madre fue Zübeyde Hanım.
El origen de su segundo nombre, Kemal (que significa perfección o madurez) no está claro.
Mustafá Kemal ingresó en la Academia Militar (Askeri İdadi) de Monastir (hoy Bitola, Macedonia del Norte) en 1895, donde destacó por su rectitud, laboriosidad y fuerte ambición.
Igualmente, logró imponerse entre sus compañeros, gracias a los muy lúcidos y realistas comentarios que aportaba sobre los acontecimientos.
Este participó con ardor en las discusiones sobre la creación de una patria cuyas fronteras fueran definitivas, contrariamente a la inestabilidad del Imperio otomano, y se interesó por los problemas nacionales.
Dado que la libertad de expresión no existía bajo la administración monárquica del sultán Abdulhamid, organizó reuniones clandestinas para discutir con sus camaradas los medios de encontrar una solución a la grave situación política en la que se hallaba sumido el Imperio otomano.
Entonces había en Damasco muchos extranjeros, pero pocos susceptibles de compartir sus ideas revolucionarias, cuando lo que él buscaba era un terreno propicio para propagarlas.
Una vez allí, Mustafá Kemal se reencontró con sus antiguos compañeros, agrupados tanto en la asociación Vatan ve Hürriyet como en el Comité de la Unión y el Progreso (İttihat ve Terakki Partisi), comúnmente conocido como los Jóvenes Turcos, al que se afilió a pesar de que las ideas revolucionarias no coincidían con las suyas.
De nuevo en Salónica, tomó parte en 1909 en el II Congreso del Comité Unión y Progreso.
Ese mismo año, los Jóvenes Turcos derrocaron al sultán Abdülhamid II y Kemal se convirtió en una importante figura militar.
En 1914, probablemente para alejarlo de las luchas por el poder en la capital, fue nombrado agregado militar en la embajada turca en Sofía (Bulgaria).
Durante 1917 y 1918, fue destacado en el Cáucaso para luchar contra las fuerzas imperiales rusas, donde obtuvo nuevas victorias.
Poco después, Mustafá Kemal comunicó a la nación su decisión de convocar en Ankara una Asamblea Nacional.
Sin embargo, como contra jugada, aprovechó la oportunidad para abandonar la capital y fundar un movimiento nacionalista basado en Ankara.
Mustafá Kemal fue el primero en comprender esta realidad, consagrando todas sus fuerzas a la realización de este fin.
Como las relaciones turco-rusas y turco-francesas evolucionaban favorablemente para los nacionalistas, éstos podían centrarse en el problema de la ocupación griega.
Fue elegida poco después la segunda Gran Asamblea Nacional, que aprobó el Tratado de Lausana.
Si bien Atatürk intentó la transición a la democracia organizando una oposición, no pudo realizarlo por lo que consideraba movimientos reaccionarios supuestamente instigados por los «países imperialistas».
En todo caso, su prestigio era tan alto que durante la década de 1920 prácticamente no hubo oposición a su gobierno.
Su legado más duradero fue su campaña de laicismo y modernización que impuso a veces por la fuerza.
Kemal consideraba al fez, típico sombrero otomano, como un símbolo del feudalismo y ordenó su prohibición.
Otras medidas, como la promulgación del código de leyes europeo, fueron esenciales para la incipiente revolución social y económica.
En 1931 el Partido Popular Republicano (que Kemal había fundado) definió los principios ideológicos del régimen.
El sistema educativo en su conjunto, desde la escuela primaria hasta la universidad, brindaba las mismas oportunidades tanto a hombres como mujeres.
A mediados de los años 1930, dieciocho mujeres, entre ellas una campesina, fueron elegidas y obtuvieron un escaño en el Parlamento Nacional Turco.
Atatürk también insistió en el folclore y las tradiciones ancestrales del país como un renacimiento de la creatividad turca.
Pocos países han sido cambiados tan profunda y permanentemente por un solo gobernante como Turquía lo fue por Atatürk.
A diferencia de lo ocurrido en otros países, las reformas que él impulsó han revelado ser más duraderas.
Si bien por naturaleza era autoritario, tuvo la suficiente visión para crear un sistema político en que la democracia pudiera funcionar sin inconvenientes.
Pero el kemalismo dejó también una Turquía de identidad dividida: europeizada pero no suficientemente europea, extraña al mundo islámico pero aún musulmana.