También se daba rienda suelta a la influencia francesa e italiana en la costa sur y este de Anatolia.
Aunque dispuestos a abandonar los territorios árabes, los nacionalistas se negaron en rotundo a ceder una sola porción del territorio turco-parlante, por lo que declararon traidores al sultán y su gobierno en Estambul y proclamaron una nueva república en Ankara con Kemal como presidente.
El 28 de julio el general al mando, Anastasios Papoulas, decidió avanzar aún más y destruir las líneas turcas en el río Ilica, un afluente del Sakarya.
El ataque se produjo finalmente el 23 de agosto y los griegos consiguieron romper las filas turcas tras un duro combate.
Para ello era necesario tomar el último baluarte turco en la zona, la colina Chal Dagi, situada en el centro de la meseta.
En marzo de 1922, los Aliados propusieron un alto el fuego a ambos contendientes que fue rechazado por los turcos.