También la aplicación de un nuevo idioma en la legislación, educación, literatura y el culto cuenta como asimilación forzada.
Si un estado pone un extremo énfasis en una identidad nacional homogénea, puede recurrir, especialmente en el caso de minorías originadas por enemigos históricos, a medidas duras e incluso extremas, para 'exterminar' a la cultura minoritaria, a veces hasta el punto de considerar como única alternativa su eliminación física (expulsión o genocidio).
Así, a medida que los principados y reinos crecían a través de la conquista y el matrimonio, un gobernante podía terminar con pueblos de diferentes etnias bajo su dominio.
Además, el nacionalismo afirmaba que cada "pueblo" tenía derecho a su propia nación.
Tales escenas también ocurrieron en Japón y Corea, ya que los dos países se declararon a sí mismos como un país de una sola nación, las minorías étnicas tuvieron que ocultar su identidad nacional durante siglos, resultando muchas veces en asimilación, como los ainus y los riukiuanes en Japón, los inmigrantes de Goguryeo, Balhae y los pueblos tunguses en Corea.
[cita requerida] En los Estados Unidos, durante la gran guerra, el gobierno estadounidense quemó la mayoría de los libros en alemán.
Antes de eso, la comunidad germano-estadounidense en general se había negado a la asimilación y conservaba sus tradiciones alemanas, como tomar cerveza los domingos.
A lo largo de la Edad Media y hasta mediados del siglo XIX, la mayoría de los judíos en Europa se vieron obligados a vivir en pequeñas ciudades (shtetls) y se les prohibió ingresar a universidades o profesiones de alto nivel.
Aquí, los estudios muestran que los habitantes nativos a menudo esperan la asimilación, especialmente de inmigrantes vistos negativamente.