Cuando el Parlamento de Escocia rechazó aceptar la opción del Parlamento inglés, fueron utilizadas varias tácticas coactivas (tales como dañar la economía escocesa poniendo restricciones al comercio), para así asegurarse la cooperación de Escocia.Su amiga más cercana —y posiblemente su consejera más intrigante e influyente— fue Sarah Jennings, cuyo esposo, John Churchill, 1.er duque de Marlborough, dirigió las tropas inglesas en la guerra de sucesión española.[8] Como era tradicional en la familia real, Ana y su hermana María fueron educadas separadas de sus padres, en Richmond (Londres).Sin embargo, de acuerdo con las órdenes del rey Carlos II, Ana y su hermana María fueron educadas como estrictas protestantes.«Ahora nunca estaré satisfecha» —escribió Ana a María—, «lo del niño no sé si es verdadero o falso.En años posteriores, sin embargo, ella no tuvo ninguna duda de que el Viejo Pretendiente era su hermano.En 1688 su hermana María y su cuñado Guillermo invadieron Inglaterra para destronar a Jacobo II, quien trató de huir el 11 de diciembre, pero fue capturado; doce días más tarde.Como María, la censuraron por no demostrar ninguna preocupación por las noticias de la huida del rey, pero su justificación era que «a ella nunca le gustó hacer nada que pudiese parecer una hipocresía».La corona fue ofrecida —y aceptada enseguida—, a Guillermo y María, que gobernaron como monarcas de forma conjunta.El Acta de Derechos (Bill of Rights) sancionó la sucesión al trono.El trato que se dio a los Marlborough más adelante no fue, sin embargo, nada amistoso.Cuando María II murió de viruela en 1694, Guillermo III continuó reinando en solitario.En 1695, Guillermo intentó ganar el favor de Ana restaurando a Lord Marlborough en todos sus cargos.Entonces, Ana concedió toda su ayuda y apoyo al gobierno de Guillermo, aunque en aquel tiempo, en 1696 —al parecer— ella escribió a su padre pidiéndole su consentimiento para tomar la corona a la muerte de Guillermo, y prometiéndole su restauración cuando fuera conveniente.Guillermo y María no habían tenido hijos; así, la princesa Ana, presunta heredera del trono, era la única que quedaba en la línea de sucesión establecida por el Acta de Derechos.Desde la muerte de su hijo, Ana firma las cartas que escribe a Lady Marlborough como «su pobre desafortunada».No obstante, vistió de luto cuando su padre murió unos meses más tarde, en 1701, si bien no llegó a tener una relación muy cercana con su medio-hermano, el hijo y heredero de Jacobo II, Jacobo Francisco Eduardo (el «Viejo Pretendiente»).En 1710 recibiría en Londres la visita de cuatro jefes iroqueses, entre los que se encontraba el mohawk Hendrick Tejonihokarawa.Ana dio el control del ejército a Lord Marlborough, designándolo capitán general.Lord Godolphin, aunque era un tory, se alió con Marlborough para asegurar su continuidad en el cargo.El Parlamento Inglés —que temía que una Escocia independiente restaurara la Alianza de Auld con Francia— respondió con el Acta de Alienación (1705), que impuso grandes sanciones económicas y por la cual los súbditos escoceses serían declarados extranjeros (quedando con el grave peligro de perder las propiedades que tuvieran en Inglaterra), a menos que Escocia aprobara el Acta de Seguridad o aceptara la unión con Inglaterra.Los Estados eligieron la segunda opción, y se designaron comisionados para negociar los términos de la unión.Un grupo de cinco whigs —Lord Sunderland, Thomas Wharton, conde de Wharton, John Somers, barón Somers, Charles Montagu, barón Halifax y Robert Walpole— dominaron la política, siendo conocidos como «La Junta».[14] La caída de los whigs se dio rápidamente a la par que la costosa guerra de sucesión española se volvía cada vez más impopular en Inglaterra; Robert Harley era particularmente hábil al usar el coste de la guerra para motivar al electorado e inclinarlo a su favor.Marlborough seguía siendo demasiado influyente para ser apartado de sus cargos, pero sus parientes pronto comenzaron a perder sus puestos.Los tories estaban listos para firmar la paz, aceptando que el nieto del rey francés subiera al trono de España, pese a la fuerte oposición de los whigs, que no querían ver a un Borbón en el trono español.Darle también el trono español —a lo cual él había aspirado todo este tiempo—, dejó de ser importante para Gran Bretaña, pues esto lo hubiera hecho demasiado poderoso.El resto de la herencia española, sin embargo, fue dividida entre varios príncipes europeos.