El parlamento, al igual que otras instituciones similares, evolucionó durante el Medioevo a partir de un consejo real formado por obispos y señores.
Al igual que su contemporáneo, el Parlamento de Inglaterra, es mencionado como un colloquium en los documentos en latín existentes hoy.
Más evidentemente, fue necesitado su consentimiento para la aprobación de impuestos (aunque esto fue hecho rara vez en Escocia en el período medieval), pero también tuvo una fuerte influencia sobre justicia, política exterior, guerra y todo asunto de legislación, fuera esta política, eclesiástica, social o económica.
Además de Edimburgo, las reuniones fueron llevadas a cabo en Perth, Stirling, Saint Andrews, Dundee, Linlithgow, Dunfermline, Glasgow, Aberdeen, Inverness y Berwick-upon-Tweed.
Este fue un comité elegido por los tres estados para redactar leyes que luego eran presentadas a toda la asamblea para su aprobación.
Esto no debería ser visto como un lento crecimiento desde la debilidad del parlamento en 1235 a su fortaleza en el siglo XVII, pero sí como una situación donde, en décadas o sesiones especiales entre los siglos XIII y XVII, el parlamento se volvió particularmente capaz de ejercer su influencia en las decisiones del reino, mientras en otros momentos esa capacidad fue más limitada.
La fortaleza del parlamento fue tal que la corona se volcó a los manejos políticos y la corrupción para minar su autonomía en un período posterior.
Con la muerte de Alejandro III, Escocia se encontró así misma sin un monarca adulto y, en esta situación, el Parlamento pareció haberse vuelto más prominente en relación con dar mayor legitimidad al Consejo de Guardianes que gobernaba el país.
Con su deposición en 1296, el Parlamento se volvió temporalmente menos relevante, pero fue otra vez convocado con frecuencia por el rey Roberto I después de 1309.
Esta fue una tendencia vista en otras naciones europeas en la medida que el poder monárquico se hizo más fuerte –por ejemplo en Inglaterra bajo Enrique VII, Francia y España–.
[18] Durante el siglo XVI, la composición del Parlamento pasó por un número significante de cambios y se encontró compartiendo el escenario con nuevos cuerpos nacionales.
Los obispos continuaron sentándose en el Parlamento más allá de su adhesión o no al protestantismo.
El clero católico fue excluido después de 1567 pero los obispos protestantes continuaron como el «estado clerical» hasta su abolición en 1638 cuando el Parlamento se volvió una asamblea enteramente laica.
Este declive se revirtió en el período del Pacto Nacional (1638-1651), cuando el parlamento tomó el control del ejecutivo, efectivamente disputando soberanía con el rey y estableciendo muchos precedentes para los cambios constitucionales que se llevaron a cabo en Inglaterra al finalizar esta etapa.
El rey Carlos I ordenó la construcción de la Casa del Parlamento, que fuera completada en 1639.
El régimen del Pacto cayó en 1651 después de que Escocia fue invadida por Oliver Cromwell cuyo Protectorado impuso una breve unión parlamentaria anglo-escocesa en 1657.
En estos estudios figuran el soborno pero también la división parlamentaria existente tanto como imperativos económicos más amplios (como los surgidos por el desastre del Proyecto Darién) todos hechos que, finalmente, colaboraron en la unión con Inglaterra y el consecuente nacimiento del Parlamento de la Gran Bretaña.