Ana Hyde

Jacobo era un reconocido mujeriego que mantenía numerosas amantes y fue padre de muchos hijos ilegítimos.

Algunos años más tarde, la duquesa de York abraza la fe católica, para horror de sus familiares anglicanos.

Su esposo Jacobo sigue su ejemplo poco después.

El rey Carlos II les permite profesar libremente el catolicismo, pero exige que sus hijas sean educadas como protestantes.

[2]​ La conversión de Jacobo al catolicismo llevaría en últimas a la Revolución Gloriosa.