Procopio de Cesarea
Cuando Belisario regresó a Constantinopla, Procopio permaneció en África, pero poco después volvió a reunirse con él con motivo de su campaña contra el reino ostrogodo de Italia.A juzgar por lo escrito por Procopio en el libro VIII de sus Guerras y en la Historia secreta, las relaciones con Belisario debieron de haberse enfriado posteriormente; de hecho, parece ser que cuando Belisario regresó a Italia para enfrentarse con el nuevo rey ostrogodo, Totila, Procopio no participó en su expedición.Procopio es considerado por muchos el último historiador de la Antigüedad tardía.De aedificiis) es un panegírico sobre las numerosas obras públicas realizadas por el emperador Justiniano.Procopio, para ganarse el favor real, y tal vez a instigación suya, escribió esta obra laudatoria que, en efecto, agradó al emperador.La obra más célebre de Procopio es, sin duda, la Historia secreta (gr.Muchos años mayor que su esposo, Antonina, antaño bailarina y prostituta como Teodora, se habría enamorado del hijo que Belisario había adoptado poco después de su matrimonio, Teodosio, y fue amiga, aliada y compañera de abominaciones de Teodora; planeó deshacerse de su propio hijo Focio, que había tenido en su primer matrimonio, usó la magia para dominar a su esposo Belisario, quien al enterarse de sus excesos se los perdonó todos y llegó incluso a matar a los esclavos que habían denunciado su adulterio y asesinó además a uno de sus amigos, el general Constantino, que había expresado su compasión por él.Es más, si Belisario hubiera cruzado el Tigris podría haber conquistado Ctesifonte, capital del imperio Sasánida, pero decidió parar la campaña contra los persas en 541 solo para regresar a Constantinopla con su esposa.En cuanto a Teodora, ella era solo una exprostituta cuya vulgaridad e impulsos sexuales se revelaban en cada detalle, sin mencionar su crueldad, carencia de sentimientos maternales y veleidosos y volátiles sentimientos.El hombre que parecía a primera vista piadoso, accesible, honesto y de modales irreprochables, se describe allí como hierático, fanático y sanguinario perseguidor de herejes.[13] Todas estas supuestas intrigas sedujeron al escritor Robert Graves, quien ya había escrito dos novelas sobre las intrigas de la Roma imperial (Yo, Claudio y Claudio el dios y su esposa Mesalina), inspiradas en Suetonio, de forma que Procopio le inspiró una tercera, El conde Belisario (1938).