Su objetivo fue el de oponerse a la política del emperador bizantino Justiniano I, que dominaba Italia.
Consiguió notables éxitos en el campo de batalla asediando y saqueando Alatri en el 543, reclutando campesinos para reforzar el ejército.
La ciudad tuvo pocos supervivientes y el Senado romano se transfirió casi por completo a Bizancio.
Sus tropas entraron en Italia por el norte a través de los Balcanes, evitando las líneas defensivas ostrogodas.
Totila entonces abandonó Roma, llevando consigo 300 jóvenes rehenes escogidos entre las familias más importantes de la ciudad.