Antonina

Ya por este motivo, ya porque realmente se interesaba en sus penas, la llamó a palacio y la guardó en su compañía hasta que hallase pretexto de afligir a Belisario en tales términos que necesitase la protección de su mujer.

Los deseos de aquellas mujeres no tardaron en verse satisfechos: el mal gobierno de Justiniano causaba un disgusto general: en todas partes se fraguaban conspiraciones, y al fin se descubrió una que dirigían Ablavio, Marcelo y Sergio que eran jefes de las tropas; estos fueron condenados a muerte, y la emperatriz Teodora tuvo habilidad para que uno de ellos complicase en la conjura al desgraciado Belisario, cuya inocencia era evidente.

Al fin, se acercó el refuerzo apetecido; y la intrépida Antonina no solo tuvo bastante valor para salir de Roma y apresurar la marcha de aquellas tropas auxiliares, sino que instruida por Belisario y en unión de los jefes que los mandaban, combinó perfectamente sus movimientos con los de los sitiados, se dio la batalla y quedó derrotado casi completamente Vitiges, el cual no tuvo otro recurso que ajustar un armisticio.

Sin embargo Antonina se encargó de hacerle caer en la red y no tardó en conseguirlo.

Los autores clásicos de referencia, como Holmes en The Age of Justinian and Theodora (1905-1907) u Ostrogosky en Historia del Estado Bizantino (1963), así como la mayoría de los historiadores actuales, no toman su texto como una fuente histórica muy fiable (aunque sí está trufado de datos ciertos para darle verosimilitud) sino que lo valoran como un ataque personal, casi pornográfico en sus detalles.

Detalle del mosaico de la Basílica de San Vitale (Ravena) , que representa, según algunas interpretaciones, Antonina (al centro) y su hija Juanina (a la izquierda).
Belisario, el célebre general y esposo de Antonina. Nuremberg chronicles .