Diego de Rosales

[1]​ Llegó a Chile el entre los años 1628 y 1629, sin haber pronunciado todavía sus últimos votos, acompañando al padre jesuita Vicente Modolell, natural de Cataluña quien era el provincial de la orden en Chile y que había ido a Lima para traer un refuerzo de misioneros, y fue destinado a la residencia que los jesuitas tenían en la plaza de Arauco, que se encontraba en ese entonces en la frontera española frente a los mapuches.

También visita Villarrica, Toltén, Imperial, Isla de Santa María y Valdivia.

[1]​ Por esos años Rosales sirve como misionero en Yumbel, donde edifica la iglesia de la Buena Esperanza.

También construye un molino en el estero las Cruces, en el actual Laraquete, donde describe la piedra cruz.

En esta misión llega hasta las lagunas de Epulafquen, actualmente en Neuquén.

[1]​ Tras estos hechos Rosales recorre las cordilleras hasta el lago Nahuel Huapi.

Hambriento y derrotado se desplaza hasta la ciudad de Valdivia antes de embarcarse hacia Penco, no sin antes matar a siete mil animales entre reses y caballos que deja abandonados en la playa.

Muchas balsas encallaron y las familias cayeron en manos de los indígenas.

[1]​ Por su parte el gobernador Mujica huye del Fuerte de Yumbel rumbo al fuerte de Penco y en el camino las familias se ven obligadas a dejar sus hijos, en los campos, las provisiones y armas.

La ayuda llega al fuerte el 18 de enero y tres días después parten todos a Penco.

[1]​ Una vez en Penco el padre Rosales es nombrado rector del colegio e iglesia de Penco y el padre Astorga es enviado a defender la estancia jesuita de la Magdalena a orillas del río Itata.

El manuscrito de la Historia General fue enviado a España para su impresión, pero ésta nunca se realizó, quedando desaparecido el texto completo por muchos años.

Sin embargo en el siglo XIX Vicente Salvá, literato y librero español establecido en Londres, poseía una copia completa del original, por lo que Benjamín Vicuña Mackenna viajó a esa ciudad para adquirirlo en 1870, publicándolo el año 1877.

De la Conquista Espiritual, en cambio, solo se han podido conservar algunas partes, sin encontrarse aún el texto completo.

[1]​ En la batalla el maestre Cordova pierde su caballo y sale malherido, tienen muchas bajas, entre los que se encontraba el agrimensor del reino Ginés de Lillo.

El gobernador había confiado en Rosales años antes la pacificación de los pehuenches, huilliches y los mismos mapuches.