Luego prosigue su visita por las faldas de la cordillera hasta Maipo.
Este documento ha entregado importante información a los historiadores sobre los asentamientos indígenas, sus autoridades y sus topónimos en Chile central, el régimen de encomiendas y repartimientos de indios.
En el trabajo ocupaba las herramientas y utensilios corrientes de la agrimensura europea del siglo XVI.
[2] Sólo se logró reunir una parte,[2] que la Municipalidad de Santiago entregó en 1925 junto con las antiguas actas del Cabildo.
Precisamente, setenta indígenas picones fueron encomendados al obispo Rodrigo González Marmolejo, por Pedro de Valdivia.
[21] Tuvo más tarde el disfrute de la encomienda, Antonio González Montero, sobrino del eclesiástico.
[23] En otro orden, el mismo conquistador donó a Juan Bautista Pastene una encomienda, en 1550, en la que se incluyeron:
Las mensuras de Lillo tomaron por base los títulos otorgados a los indios por los gobernadores y el cabildo y el respeto de los terrenos reservados a los indios.