Carlos Castillo Armas

Desde este puesto, se perfiló como férreo opositor a la dirección que el país estaba tomando bajo el mandato del doctor Juan José Arévalo,[1]​ y adherirse al liderazgo del coronel Francisco Javier Arana.

[2]​ Esto puso sobre aviso a Arévalo, quien supo en donde iba a encontrarse Arana y puso en marcha el plan para sacarlo al exilio que habían urdido con sus colaboradores y su ministro de la Defensa, coronel Jacobo Árbenz Guzmán; hábilmente, Arévalo le sugirió a Arana que se llevara al coronel Felipe Antonio Girón -jefe de la guardia presidencial- lo que confirmó a Arana de su aparente triunfo y de que Arévalo y Árbenz jamás se le enfrentarían.

[3]​ Arévalo llamó a Árbenz para que se hiciera cargo de la situación, y este envió a varios hombres armados, quienes salieron desde la capital en dos carros e iban bajo las órdenes del jefe de la policía, teniente coronel Enrique Blanco y por el diputador del PAR Alfonso Martínez, un oficial retirado y amigo de Árbenz.

[3]​ Cuando Arana llegó al puente de La Gloria, un Dodge gris estaba parado allí obstruyéndole el paso.

[4]​ Los testigos presenciales nunca confirmaron cual fue el detonante de los disparos y si la intención había sido capturar a Arana como estaba previsto.

[4]​ Al conocerse la noticia de su muerte, la Guardia de Honor se alzó en armas y se iniciaron los combates e la ciudad, que tardaron durante veinticuatro horas mientras el resto del país esperaba el resultado.

[1]​ Entre 1950 y 1955, durante el gobierno del general Eisenhower en Estados Unidos, se llevó a cabo una cacería de brujas de comunistas, conocida como Macartismo, la cual se caracterizaba por perseguir a personas inocentes por simples sospechas, con acusaciones infundadas, interrogatorios, pérdida del trabajo y negación del pasaporte a los sospechosos de comunismo,[7]​ o encarcelados.

[11]​ Tras una larga reunión, Peurifoy le dejó claro al presidente Jacobo Arbenz que los Estados Unidos únicamente se preocupaban por eliminar elementos comunistas de su gobierno[11]​ y luego reportó al Departamento de Estado estadounidense que «el líder guatemalteco no es comunista, pero que seguramente vendrá un líder comunista después de él»,[12]​ y en enero de 1954 le dijo a la revista Time: «la opinión pública estadounidense podría forzarnos a tomar algunas medidas para evitar que Guatemala caiga en la órbita del comunismo internacional».

Arbenz pretendió pagar, como indemnización, el valor que la propia empresa había atribuido a sus tierras.

El desarrollo entero de la invasión fue expresamente diseñado para: Durante la invasión, la propaganda radiofónica que transmitía Lionel Sisniega Otero desde la embajada norteamericana enviaba falsos informes de enormes fuerzas que se unían a la población local en una revolución popular.

La clase oficial, temerosa del ataque estadounidense, no quiso contraatacar y derrotar la diezmada tropa de Castillo.

[18]​ Pero Díaz renunció a la presidencia pocos días después, y el poder terminó en manos del coronel Castillo Armas.

Durante el encuentro, Castillo Armas no tuvo mayor problema para dejar en claro su deseo de entrar a Guatemala investido con amplios poderes personalizados.

Posteriormente se abrió nuevamente el plantel de estudios militares, bajo la dirección del coronel Carlos Arana Osorio, en 1955.

Una vez en el poder, hay evidencia de la premura con que el gobierno liberacionista dirigió sus acciones para conseguir documentación inherente a eventuales «instrucciones especiales» que durante los «dos gobiernos anteriores» se hubieran otorgado para facilitar los viajes de «políticos» y «comunistas».

Sus funciones en ese sentido se veían facilitadas tanto por los estrechos vínculos con los servicios de inteligencia locales así como también por las sumas de dinero invertidas discretamente en periodistas que habitualmente difundían “noticias” dirigidas a ponderar al nuevo régimen guatemalteco.

[26]​ La Iglesia católica recuperó parte del poder que había tenido durante el gobierno conservador del Rafael Carrera en el siglo XIX;[27]​ así pues, la educación religiosa privada tuvo un auge a partir de 1955, con la fundación de varios colegios elitistas para varones -Liceo Javier, Colegio Salesiano Don Bosco, Colegio Monte María, Instituto Experimental La Asunción y el Liceo Guatemala, entre otros- los cuales absorbieron a los estudiantes de élite que anteriormente hubieran atendido clases en las instituciones gubernamentales laicas como el Instituto Nacional Central para Varones, Escuela Normal para Varones o el Instituto Normal Central para Señoritas Belén.

Carey también había participado en películas cinematográficas como Las Zapatillas rojas con el Covent Garden Royal Ballet.

En ese marco, la Columbia University premió con un doctorado honoris causa a Castillo Armas, por considerarle como un nuevo «campeón de la democracia».

En circunstancias hasta la fecha confusas, Castillo Armas recibió dos disparos camino al comedor; la primera dama trató de hacerlo reaccionar mientras gritaba: “¡Se fue por las escaleras!

[e]​[39]​ «Todo mi sufrimiento será apagado con la sangre de Armas» había escrito Vásquez en su diario.

Vásquez era un lector, había estudiado por correspondencia, sin embargo su diario estaba plagado de faltas ortográficas.

Mientras sus compañeros, guardias de casa presidencial, solían decir: «haiga» y «naide», Romeo escribía cosas como: «sois chacales buscando un cadáver que roer».

El juez resolvió que aparte de su propio testimonio no había ninguna prueba para culparles del asesinato; pero Reyes y Anleu siguieron presos.

Duarte informó de inmediato al Coronel Manuel Castellanos, tercer jefe del Estado Mayor Presidencial.

Minutos después en la zona 1, dos policías detuvieron el automóvil, pero tenían órdenes estrictas de dejarlo en libertad.

Narciso Escobar era uno de los criminales más buscados en Cuba, donde creían que planeaba matar al presidente Fulgencio Batista.

Por su parte, quien ordenó soltar a los asesinos fue Enrique Trinidad Oliva, jefe de seguridad nacional.

Cuando lo capturaron aseguró que le habían robado el carro esa misma mañana, pero cuando se sintió acorralado delató a un colega dominicano que vivía en Guatemala: Johnny Abbes García, quien era un conocido pistolero al servicio del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.

Pero cuando Castillo Armas estaba en el poder, no se la otorgó y Trujillo decidió vengarse.

Carlos Castillo Armas
Carlos Castillo Armas
« Gloriosa victoria »
En el centro del cuadro, el secretario de estado de los EE.UU, John Foster Dulles le da la mano a Castillo Armas. El jefe de la CIA, Allen Dulles , y el embajador estadounidense en Guatemala, John Peurifoy están regalando dinero a los comandantes militares, mientras que los indígenas trabajan como esclavos, cargando los barcos de la United Fruit Company con bananos. A los pies del embajador, hay una bomba antropomorfizada que contiene la cara sonriente del presidente Dwight Eisenhower . En el fondo está el arzobispo Mariano Rossell y Arellano oficiando una misa sobre los cuerpos masacrados de los trabajadores.
Este cuadro fue prohibido en los Estados Unidos y desapareció completamente durante los siguientes cincuenta años. En el año 2000, fue encontrado en una bodega del museo Pushkin, en Rusia y desde entonces, está en calidad de préstamo y en exhibición permanente en México .
Muralista mexicano Diego Rivera quien pintó el cuatro « Gloriosa victoria ».
Sello conmemorativo de la invasión de 1954.