El ultraísmo fue un movimiento literario iniciado en España en 1918, siguiendo el modelo creacionista de Vicente Huidobro, enfrentado al modernismo y al novecentismo,[1] que habían dominado la poesía en lengua española desde fines del siglo xix.
A la sombra de esos estímulos americanos, los ultraístas se reunieron en la tertulia del Café Colonial de Madrid, presidida por Rafael Cansinos Assens y animada por Guillermo de Torre, Juan Larrea, Pedro Garfias, Ernesto López-Parra, Pedro Iglesias Caballero, José María Quiroga Plá y los hermanos Rivas Panedas,[2] en un círculo que se iría ampliando y que llegaría a atraer la atención del joven Jorge Luis Borges, pupilos como Rogelio Buendía, Isaac del Vando Villar, Eugenio Montes y Gerardo Diego, o de militante feministas como Lucía Sánchez Saornil.
[1][a] Y aunque no lo mencionan, hay que anotar su contemporaneidad con el movimiento «dadá» creado en Zúrich por Tristan Tzara.
Finalmente, sus preferencias cayeron del lado del culto hebraísta Cansinos Assens; fruto de ello y de su amistad con el ultraísta, pintor y aficionado al haiku Jacobo Sureda,[10] fue el manifiesto suscrito por ambos junto con Juan Alomar y Fortunio Bonanova, publicado en 1920 en la revista Baleares.
Opúsculo que sería precedente de las actividades ultraístas en Argentina reflejadas en Prisma (1921-1922) y Proa (1922-1923, priméra época).