Desarrolló una particular forma de expresión pictórica, consistente en dotar a sus dibujos de una gran fuerza expresiva apoyada en un excelente cromatismo, definida como "vibracionismo".
En 1919 se traslada a Madrid y se instala en las cercanías de Atocha, donde frecuenta las tertulias de café[6] y se codea con personajes como Guillermo de Torre, Jorge Luis Borges, Norah Borges, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Ramón Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Manuel Abril, Luis Buñuel y José Francés, quien le presenta a Gregorio Martínez Sierra.
Este último lo contrató para dibujarle los vestuarios y escenografías del Teatro Eslava, donde tendrá un papel preponderante en el "Teatro de los niños" (temporada de 1921-1922), fomentado por un interés compartido con su amigo Joaquín Torres García, que le recuerda en su correspondencia,[7] y en conexión con el futurismo italiano.
Colabora en varias revistas de arte (Alfar del poeta uruguayo Julio J. Casal, Hélices, Grecia, Tableros con Borges, Vltra (junto a Norah Borges, entre otras) y publicaciones para niños como las de la Editorial Saturnino Calleja.
En 1926, tras romper con la compañía de Martínez Sierra, se trasladó a Hospitalet de Llobregat, en Cataluña, donde desarrolló la serie de los "Místicos", pintura de evocación religiosa, así como, en 1928, la serie "Estampones Montevideanos" inspirándose en su ciudad natal y las escenas del puerto y el barrio Sur; con esto anticipaba su fin ya que su salud estaba en deterioro constante.
De todas maneras su incansable optimismo reunía en su casa a todos los artistas catalanes de vanguardia en lo que se llamó el "Ateneíllo de Hospitalet"; por allí pasaron Garrán, Ferrant, Gili, Lorca, Dalí y Marinetti, entre otros.