[2][3] Enclavado en un espacio urbano que ya en el siglo xvii ocupó el Mentidero de los Comediantes,[4] en el pequeño ensanche que apenas llegaba a plazoleta que existió en el chaflán que forma la entrada de la calle del León por la del Prado,[a] el primitivo café se abrió a finales del verano de 1868, pocos días antes de la Gloriosa, con puertas a la calle del León y a la del Prado.
[5] Bajo aquel cielo de rancio regusto clásico, y además de la larga barra y las mesas, sillas y sofás, tuvo el café un pequeño escenario en el que ya en la década de 1870 tocaba el violín los domingos un joven Tomás Bretón, acompañado al piano por Teobaldo Power.
[7][5] En los locos años veinte madrileños, animaron sus tertulias y camarillas, algunos ilustres genios y vanguardistas como Luis Buñuel, Federico García Lorca o Rafael Barradas.
[8] Entre sus últimos contertulios estuvieron el académico Melchor Fernández Almagro o el actor Manolo Gómez Bur, quien solía relatar la anécdota de la contundente y filosófica respuesta con la que el veterano camarero "Dionisio" contestaba al saludo "¿Qué hay, Dionisio?
[5] En la década de 1960 el vetusto local fue convertido en almoneda de un anticuario, pero a comienzos del siglo xx volvió a ocupar su espacio un nuevo café.