Hizo su debut operístico en Gubbio (Umbría) en 1935 como Rodolfo en La sonnambula de Vincenzo Bellini.
Después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó a actuar internacionalmente en ciudades tales como Estocolmo (1947), Londres (1948), San Francisco (1948, como Figaro), Salzburgo (1950, como Don Giovanni), Covent Garden (1951, como Belcore) y Chicago (1953).
Se dejó de editar solo una vez, después de que María Callas volviera a grabar ese papel en estéreo en 1964, pero la versión mono de 1953 pronto fue reeditada y es una que sigue apareciendo hoy en día, pues Callas tiene mejor voz en aquella.
Se dedicó intensamente a su formación musical, dominando con seguridad las técnicas vocales requeridas para una carrera lírica de nivel internacional.
Su timbre no era particularmente agradable, ni su voz tenía un alcance inusual, pero compensaba estas limitaciones con un espectacular trabajo en escena.
Si se le reconoce como uno de los grandes barítonos del siglo XX, es particularmente por sus habilidades dramáticas, que pueden comprobarse, por ejemplo, en el referido vídeo del segundo acto de Tosca.
Tuvo una ruinosa voz para el repertorio belcantista, verdiano y verista.
Entre sus principales personajes están Don Giovanni, Fígaro, Rigoletto, Macbeth, Boccanegra, Posa, Falstaff, Scarpia, Gianni Schicchi, Iago, Germont, Amonasro o Nabucco.