Templo de Santo Domingo (Querétaro)

Éste aceptó y en 1686, terminando su cargo de provincial, se dirigió a las misiones en cuestión.

Tras no poco problema con otros españoles que ya habían tomado las mejores tierras, amenazándolos con la autoridad civil y eclesiástica de México, Madrid y Roma, logró asentar a los indios en congregaciones, pueblos medianamente decentes alrededor de las misiones.

Además de la reocupación de los ya mencionados, fundó, entre otros pueblos: Asentado el convento, fray Felipe creyó conveniente estar en un sitio más cercano que México para tener dónde administrarlas.

Al principio fundó convento en San Juan del Río, pero viendo la falta de servicios como médicos o maestros de lenguas nativas, pensó que lo ideal sería pasarse a Querétaro, donde por haber más población y ya tener el rango de ciudad, pensó, sería más fácil acceder a ellos.

Al principio formó hospicio en una casa particular,[3]​ y tras convencerse de que era el sitio idóneo, pidió las autorizaciones necesarias para fundar.

Ya fundado el convento con todas las licencias y aceptado por la Provincia, Galindo procedió a la construcción de la iglesia.

El convento vio una época próspera durante el siglo XVIII y el principio del XIX.

Sin embargo, para el fin del dominio español este apogeo comenzó a disminuir.

Esto no fue exclusivo al convento de Querétaro, sino a todos los que estaban en la provincia.

Dejó registros de cómo el convento había quedado prácticamente en ruinas, sus paredes rayoneadas, hechos algunos cuartos un basurero y la iglesia profanada con los altares destruidos.

En 1875 se pusieron en venta tanto el convento como la iglesia por 2160 pesos, aunque no en su totalidad, pues buena parte de la cuadra en que se hallaba ya había sido fraccionada formando casas particulares.

El último guardián franciscano, fray Buenaventura Chávez, compró otra parte del convento en manos de particulares por 3680 pesos.

Lograron levantar lo que quedó del de México y fundaron casa en San Luis Potosí.

Para ello hizo no pocas providencias y entrevistas con los franciscanos, tomando eclesiásticamente posesión del convento a finales de 1903.

Desde que los dominicos se hicieron cargo de la iglesia, llegaron nuevos frailes a restaurarla.

Fray Joaquín Encinas se encargó de los demás detalles, como el órgano y las decoraciones.

Éste tenía la comisión de hacer lo posible por impedir que la soldadesca invadiera el convento.

Los carrancistas en efecto llegaron en julio de 1914, y Juaristi logró mantener el convento indemne, relacionándose con las autoridades apropiadas.

Alegaron los restauradores de principios del siglo XX que se elegía ese material para que fuese más difícil quemarlo o destruirlo como ocurrió a mediados del sigl anterior.

Del amplio convento que ocupó la cuadra completa, sólo queda una pequeña parte.

Se destaca la portería del convento, originalmente construida para dar asilo a los pobres, hoy cerrada con rejas y vidrios.

Mapa de todas las misiones en la Sierra Gorda, franciscanas y dominicas.
Vista de la iglesia, la capilla del Rosario, la portería del convento y la cruz atrial.
Vista del interior como fue restaurado en 1904.
Fachada ornamentada de la capilla del Rosario.
Cruz atrial.