Sitio de Antioquía (1097-1098)

Como los selyúcidas habían conseguido la ciudad gracias a la traición, los muros permanecieron intactos.

Las fortificaciones bizantinas eran lo bastante fuertes como para resistir un ataque directo, aunque Yaghi-Siyan no habría tenido suficientes hombres como para defender adecuadamente la ciudad, de modo que se sintió aliviado al comprobar que los cruzados habían decidido no atacar inmediatamente.

Raimundo estableció su campamento más al oeste, frente a la Puerta del Perro.

Hacia el sur se encontraba la Torre de las Dos Hermanas y, en la esquina noroeste, la Puerta de San Jorge que, al no estar bloqueada por los cruzados, fue utilizada durante todo el asedio para introducir alimentos en la ciudad.

El mes acabó con malos presagios para ambos bandos: hubo un terremoto el 30 de diciembre, apareció la aurora polar la noche siguiente, y las semanas posteriores trajeron tal cantidad de lluvias y tiempo frío, totalmente alejadas del clima habitual, que Duqaq tuvo que volver a casa sin proseguir su enfrentamiento con los cruzados.

Los cristianos locales, así como el patriarca ortodoxo exiliado Simeón, que ahora residía en Chipre, trataron de hacer llegar alimentos a los cruzados, pero eso no aplacó el hambre.

Las deserciones empezaron hacia enero de 1098, incluyendo a Pedro el Ermitaño, aunque este fue pronto localizado y devuelto al campamento por Tancredo, con su prestigio muy disminuido.

En febrero, el general y legado del Imperio bizantino Taticio, que había permanecido con los cruzados como asesor y representante del emperador Alejo I Comneno, abandonó de pronto el ejército cruzado.

Bohemundo, por otra parte, afirmó que la marcha de Taticio constituía traición o cobardía, razón suficiente como para anular cualquier obligación de devolver Antioquía a los bizantinos, y que él también se iría a no ser que se le permitiera quedarse con Antioquía una vez capturada.

Con la ayuda de Godofredo, sin embargo, el destacamento fue derrotado y los materiales fueron recuperados.

Aunque la flota y el material militar habían sido proporcionados por el emperador Alejo a Edgar, los cruzados no consideraron que se tratara de asistencia directa bizantina.

Los fatimíes fueron tratados con hospitalidad y agasajados con regalos procedentes del botín obtenido de los turcos derrotados en marzo, pero no se llegó a ningún acuerdo definitivo.

Este ejército era mucho más grande que los enviados previamente para levantar el asedio.

Los cruzados pudieron prepararse con antelación para su llegada porque Kerbogha atacó primero Edesa durante tres semanas, enclave que no pudo recapturar de Balduino de Boulogne, que la había conquistado en 1098.

Raimundo enfureció y sostuvo que la ciudad debía ser entregada al emperador Alejo, como así lo habían acordado en Constantinopla el año anterior, pero los demás, ante lo desesperado de la situación, accedieron a sus demandas.

Los cristianos que quedaban en la ciudad abrieron las otras puertas y muchos participaron en la matanza, aniquilando a tantos turcos como pudieron.

Yaghi-Siyan huyó, pero fue capturado en las afueras de la ciudad, decapitado y su cabeza entregada a Bohemundo.

Así que el emperador decidió volver a Constantinopla y no plantar batalla.

Las negociaciones no llegaron a buen puerto y la batalla contra los turcos devino inevitable.

Cuando se completó el despliegue comprobó que había subestimado su tamaño, dudó de sus fuerzas y envió un emisario para discutir los términos de una tregua, pero los francos no quisieron oírlo y continuaron su avance.

También envió un destacamento al flanco izquierdo cristiano que no estaba protegido por el río, pero Bohemundo había previsto la eventualidad y rápidamente formó una séptima división bajo el mando de Reginald de Toul que frustró la maniobra.

[5]​ Los turcos estaban causando muchas bajas, incluido el portaestandarte de Ademar, y Kerbogha ordenó incendiar el campo de batalla entre su posición y los cruzados, sin que esta medida disuadiera a los cristianos.

La masacre de Antioquía, por Gustave Doré .