Rock barrial

Una nota periodística de 2016 intentó acercarse a una definición, describiéndolo como un estilo "que cruza sonido stone con estética ricotera y tics futboleros".

Los términos de rock barrial, cabeza o chabón suelen ser utilizados erróneamente como sinónimos de rock rolinga, término que también hace referencia a una corriente del rock and roll argentino, nacida en los años 1980, cuyas bandas buscan imitar musical y estéticamente a The Rolling Stones y dio origen a la tribu urbana de los rolingas.

En este punto radica una de las principales diferencias con el contemporáneo “Nuevo Rock Argentino”: las bandas enroladas en esta última categoría intentaban, de distintas formas y en distintas proporciones, incorporar a su música los estilos musicales que se encontraban en boga en ese momento en el Hemisferio Norte (shoegaze, britpop, dream pop, distintos tipos de electrónica, ambient, trip hop, etc.).

Así la instrumentación y los arreglos suelen ser más simples que los del género llamado "alternativo".

En la parte vocal, por ende, se nota una impronta muy clara y que cabría atribuir como otra influencia del tango.

Siempre es una voz masculina (prácticamente no hay mujeres que hayan tenido un rol protagónico en el rock barrial y sus voces suelen quedar relegadas a algunos coros) y, al igual que en el tango, suelen apartarse por momentos de la melodía de la canción para adoptar inflexiones propias del lenguaje coloquial, más cercanas al lenguaje hablado que al canto.

Este estilo vocal fue desarrollado por cantantes como Andrés Ciro (de Los Piojos) e Iván Noble (de Los Caballeros de la Quema), y ya en el siglo XXI se convirtió en norma para todas las bandas barriales como Callejeros, Las Pastillas del Abuelo, La Mancha de Rolando, Gardelitos, La Beriso, etc. Pablo Semán, investigador del Conicet, publicó en 2005 "Vida, apogeo y tormentos del rock chabón"[2]​, el intento teórico más serio para explicar la génesis del fenómeno en términos sociales.

Para Semán, resulta claro que hasta ese momento el "rock nacional" era, predominantemente, un fenómeno de clase media.

Al mismo tiempo las clases medias han sido las que, históricamente, más público le aportaron a esos músicos y sus grupos desde los inicios del rock nacional hasta la actualidad.

Este cambio más que evidente acompañó la fuerte masificación de la banda que pasó de los recitales en teatros y espacios underground al Luna Park en 1989 y desde allí a los grandes estadios.

Por eso quizás fue este caldo de cultivo el que dio lugar al próximo fenómeno masivo del rock argentino: el de La Renga, una banda que sí se anclaba en las formas más puras del rock and roll y abordaba temas más acordes al público de rock barrial.

Soda Stereo, la banda más influyente en todo Latinoamérica hasta ese momento ya venía haciendo ese proceso de asimilación de nuevas influencias desde mucho tiempo atrás, pero en 1992 lo lleva al extremo con Dynamo, un disco que trae a la Argentina los sonidos del shoegaze y otros géneros que por entonces eran considerados la vanguardia dentro del rock anglosajón.

No sólo fue un disco disruptivo por su sonido sino que la banda lo presentó con seis recitales realizados en el Estadio Obras a fines de ese mismo año.

El nombre del festival terminaría dando nombre a la movida que pronto se expandió, especialmente en Capital Federal, con el apoyo de medios y periodistas especializados como Pablo Schanton y la Revista “Ruido”.

También en ese año se formaría Los Gardelitos, banda cuyos recitales al principio se realizaban usualmente de manera gratuita o con precios bajos en suburbios obreros, villas de emergencia e incluso cárceles (muchas veces con fines benéficos).

Esto hizo que bandas como Los Gardelitos, Callejeros, La Beriso y muchas otras del circuito underground, fuesen catalogadas como rolingas, cuando, si bien tenían influencia de The Rolling Stones, no buscaban imitarla como hacían las bandas pertenecientes al rock rolinga.

Sin embargo, sí poseían una mayoría de seguidores rolingas, la tribu urbana más ligada al rock barrial.

[1]​ En el mismo contexto, la continuidad en la vigencia de La Renga y de los proyectos solistas del Indio Solari (con Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado) y de Andrés Ciro (con Los Persas), le dio nuevas alas a los recitales multitudinarios en estadios con banderas y ritual futbolero que marca una continuidad con el rock barrial, aunque sus protagonistas en general tiendan a rehuir la etiqueta.

El periodista y músico Gustavo Álvarez Núñez tiene una opinión más definitiva: "La crisis de hoy en día no es otra cosa que comodidad burguesa (‘si total a los pibes no les importa nada’) e incomodidad gerontocrática (‘el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos’)", apelando a Sigmund Freud para explicarlo: "El rock vive la pulsión de muerte como pocos estadios del arte, y como ciertos artistas se ven alejados de ese caudal de energía y sin sentido que es la juventud, terminan a la merced de una necesidad que los sobrepasa y angustia.

Y para no perder el carro, ‘descarrilan’ haciéndose los ‘pendex’; ahí está la mirada irónica de los Decadentes en «Pendeviejo».

[9]​ Gustavo Cerati criticó al rock chabón diciendo que los argentinos "habíamos estado exportando un producto netamente nuestro".

[12]​ Por su parte, Abril Sosa de Cuentos Borgeanos, dijo que el rock barrial es nefasto.

Santuario levantado a metros de República Cromagnon luego de la tragedia de 2004.