La historia recoge diversos nombres para los habitantes de la región, los cushitas: los egipcios los llamaron nehesyw (‘negros’), Eratóstenes recoge el nombre nubai (‘nubios’), los griegos y romanos los denominaban etíopes (αιθι-οπ-, aithi-op-, ‘[los del] rostro quemado’).
Era rica en materias primas, sobre todo en oro, así que los egipcios desde muy pronto ambicionaron explotar estos recursos.
Se conservan incluso pruebas de acuerdos diplomáticos entre hicsos y kushitas contra Egipto.
Las obras continuaron, especialmente bajo Ramsés II (1289-1224 a. C.) Para esas épocas la integración era muy fuerte: se había adoptado la religión egipcia y sus ritos funerarios, los hijos de los principales jefes indígenas se educaban en Egipto, las clases altas nubias hicieron propia su cultura, se incorporaron nubios a los cuerpos militares y policiales, e incluso a la poderosa burocracia.
Hacia el fin de la Dinastía XX, alrededor del 1050 a. C., se producen violentos movimientos separatistas.
En Egipto se inicia el Tercer Periodo Intermedio, mientras que Nubia queda a su suerte durante dos siglos.
La historia del antiguo Reino de Kush se puede dividir en dos fases, la napatiense y la meroítica.
El rey Alara unificó toda la Nubia Superior, desde Meroe hasta la tercera catarata del Nilo, y estableció Napata como la capital religiosa de Kush, situada inmediatamente después de la cuarta catarata del Nilo.
En 715 a. C. el faraón kushita Shabako reunificó completamente el país y su dinastía se consolidó como la única reinante.
El siguiente rey kushita Tanutamani retomó transitoriamente Egipto, pero fue derrotado en 656 a. C. por Psamético I, quien dio origen a la Dinastía XXVI.
Napata fue saqueada por el faraón egipcio Psamético II en 590 a. C. y la ciudad decayó, aumentando la importancia de Meroe.
En la primera mitad del siglo XIX algunos europeos visitaron Sudán, informaron de las ruinas y llevaron algunos hallazgos a Europa.
Muchos templos documentados no se conservan en la actualidad, así que sus notas son muy valiosas.
Se excavó sistemáticamente en muchos lugares, sobre todo en la Baja Nubia, aunque también en Meroe (gracias a John Garstang).
En los años 1920, George Reisner excavó sistemáticamente en todos los cementerios nubios y elaboró por primera vez una lista de reyes.
Se llevó a cabo una gran campaña arqueológica internacional en la Baja Nubia, que desenterró muchos hallazgos meroíticos.
Actualmente solo hay datados en la historia nubia tres hitos cronológicos: En el siglo VIII a. C. (quizá tan tempranamente como 1000 a. C.) un príncipe fundó en Karima un país que los antiguos egipcios denominaron Kush y que se expandió rápidamente.
El primer gobernante parece ser, según fuentes más tardías, Alara (775-760 a. C.), aunque es probable que hubiera un predecesor.
Alara y su sucesor, el rey Kashta (760-747 a. C.), ocuparon el sur del país (Alto Egipto).
En esa época, el Antiguo Egipto, controlado por príncipes libios, estaba dividido en pequeños reinos, que podían presentar poca oposición.
Tras la retirada egipcia, Napata siguió siendo la capital religiosa y principal necrópolis durante algún tiempo.
Egipto es conquistado por el rey persa Cambises II, quien fracasa en intentar extender su control hacia Nubia y Libia.
Aunque no se sabe si esta historia es cierta, parece que con Ergamenes dio comienzo una nueva época.
Aunque Meroe ya era la capital de Kush, fue Ergamenes el primero en construir allí su pirámide.
En los siguientes años gobernarían a menudo reinas con el título de kandake, como Amanirenas o Amanishakheto.
La antigua capital Napata sufrió grandes daños en la guerra contra los romanos y fue saqueada.
Los textos, sin embargo, siguen sin comprenderse demasiado, pues sólo se han podido descifrar palabras clave como «Roma».
El rey Natakamani y su reina Amanitore aparecen nombrados en templos de toda la región.